Soy Olga, profesora de Sociología.
No tenía el gusto de conocer esta web, que por lo que he visto no sé si definir como cultural o como pedagógica.
Di con vosotros gracias a que soy la mentora de un alumno que está escribiendo una tesis sobre lo que las redes sociales han transformado el comportamiento humano. Así, buscando entre las publicaciones más comentadas del país para facilitarle el trabajo, dí con una imagen de Facebook en la que se veía una palmera llena de vasos y otra basura acumulada en un momento de las fiestas de Alicante.
La imagen en si era muy expresiva. El comentario para darle fuerza excelente porque no hay nada como insultar con realidad e imagino que ese fue el detonante para que los no guarros defendieran lo que no son y los otros trataran de justificar lo injustificable.
Lejos de ser un hecho aislado, unos días después, el buscador volvió a llevarme a vuestra página con un vídeo sobre el destrozo de una fuente emblemática con tropecientos comentarios más. Así que en una quedada para hablar sobre la tesis de mi alumno cogimos los dos casos y nos pusimos a analizar el tipo de gente que comentaba la jugada.
No voy a entrar en detalles sobre lo que las imágenes denunciaban porque mi única noción sobre ello son unos mensajes de Whatsapp que intercambié con una vieja compañera alicantina, quien, por cierto, también me puso al día del espléndido trabajo que hacéis.
Al grano. Los análisis técnicos se los dejo al de la tesis. Pero me llamó mucho la atención el debate, no tanto por contenido, sino por el cómo se llevó a cabo. Profesionalmente no podría decir que hay ciudadanos de primera y de segunda en lo que a opinar se refiere, pero yo que me eduqué en tiempos en los que dar tu opinión no estaba al alcance de todo el mundo y se limitaba a espacios concretos en revistas, programas especializados de radio o televisión, creo firmemente que hay un problema de medición de los límites. Opinar por opinar es una de las grandes lacras de esta nueva sociedad, porque eso es lo que acaba transformándose en fake news, mentiras que la gente se toma como verdad absoluta… al final, la incursión de ese tipo de personajes que escriben con faltas de ortografía o utilizan frases dilapidarias como «al que no le guste que coja la maleta» deja mucho que desear y desvirtúa gran parte del encanto de un debate, una discusión o un foro de intercambio que podría resultar interesante como principio de resolución de un problema.
Un monólogo no aporta nada, a no ser que quién lo suelta se llame Nelson (Mandela) o Martin (Luther King). Los demás mortales, no somos infalibles y cuando entramos en un debate, deberíamos partir de la base de que podríamos estar equivocados, o al menos, deberíamos tener un mismo grado de necesidad de convencer y de espacio para escuchar. No obstante, sin capacidad crítica es difícil que esa opinión que disparas como tuya no sea una influencia de tu condición de ser social, de tu afinidad política o de rodearte de gente tan lista, o tan estúpida, como tú. De ahí que la participación, se acabe limitando a un eslogan de 140 caracteres que crees maravilloso y los demás ignoran porque son tan abiertos de miras como tú, o peor, se enfrascan en discusiones estériles alejadas del tema en cuestión.
Es entonces cuando podemos hablar de democracia. Un término que el tiempo ha desvirtuado, porque de un punto de partida similar al que encontramos hoy en día en las redes sociales, se acabó limitando todo a la elección de representantes.
La duda real es si esos representantes están a la altura de nuestras exigencias, pero como educadora, me encuentro con un sinfín de casos en los que no siempre la mayoría tiene la razón, o dicho de otro modo, una cosa es la opinión personal de cada uno y otra es que esa opinión importe realmente, como pasa en casos de educación en los que en vez de pulsar el estado a través de lo que viven los educadores o los alumnos, las decisiones se toman desde fuera de las aulas, por un político, normalmente poco apegado al día a día, o por asociaciones de padres que exigen pero luego no ponen de su parte para que lo que piden tenga continuidad fuera de las horas lectivas. Y convierten la votación en un hecho democrático en el que para mí sus votos no tienen la misma importancia que el de los profesionales.
Retomando lo vuestro. Desde fuera, los dos debates tenían un mismo punto de partida: el civismo o la importancia de cuidar como propia tu ciudad. Extraña que con estudios técnicos en la mano, siguieran arriesgándose a destruir un monumento y más cuando en varios de los comentarios se aludía a que la mayoría piensa así. ¿qué sabe la mayoría? Pongo un ejemplo. La mayoría puede considerar que lo mejor es comer hamburguesas con patatas todos los días, pero para eso hay unos políticos y una OMS que a pesar de lo que piense la mayoría, hace hincapié en la importancia de la dieta equilibrada. O, por no quedarme en un ejemplo, que haya una creencia extendida en la que asociamos la diversión y la desconexión con el alcohol, no permitiríamos a una profesora sustituir el recreo de los niños por cervezas y tequila ¿no?.
Imagino que el trasfondo de esta lucha no es otra que exigir coherencia al político de turno y a la gente que solo piensa en divertirse. Quizá no me he explicado lo bien que debería, pero tras leer la confesión pública de vuestro director, quería deciros que no dejéis que las opiniones de cuatro tontos influyan en vuestro trabajo. Espero que como medio cultural acabéis dirigiéndoos a un público específico ignorando al alto porcentaje que queda al otro lado. Y sino, quedaros con un comentario que decía que vuestro concepto de sociedad estaba muy por delante de lo que muchos de los comentaristas podía llegar a asumir. El mundo es muy grande y creo que este país necesita generadores de debates como vosotros.
No sé si la cultura alicantina puede mejorar, pero la educación es un proceso largo y si habéis aguantado cinco años, aunque aún no os paguen lo que merecéis, como nos ocurre a profesores, médicos y otros gremios, podría aseguraros que vais por el buen camino. Espero que lleguéis a la meta que os habéis marcado y que la tolerancia y la coherencia impere para que vuestro entorno mejore.
Nuestra respuesta.
En otro curso, de Community Managers nos dijeron que tener Haters era una evidencia de éxito. Hace tiempo hicimos un estudio cuyos datos nos hicieron ver que el público cultural objetivo en esta provincia era el 7% de la población de Alicante. Vamos que el 93% pasa olímpicamente de lo que digamos, opinemos o denunciemos.
Es triste, pero es la realidad. Lo que no es óbice para no escuchar al resto o no trabajar para convencer a los que hoy nos pueden estar dando la espalda, cambiar las cosas o intentar que este desinterés desaparezca en futuras generaciones.
Nosotr@s tenemos la suerte, o la desgracia, de conocer muchas realidades. No pensamos trasladarlas aquí, porque cada espacio tiene su idiosincrasia, pero sí pensamos que si en otros lugares se puede imponer el civismo, o se le puede dar importancia a la cultura, a la educación, o a un presente más sostenible, quizá no perdamos nada intentando convencer a nuestro entorno (el afín y el contrario) de que un futuro mejor es posible.
Agradecemos el interés y, como generadores de contenido en redes, esperamos poder leer la tesis de tu alumno cuando la termine.
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