Sinceramente, no sé qué hubiera sido de mi vida si Vetusta Morla no hubiera existido… e imagino que no soy al único que le pasa, su directo es el mejor «desconectador» que he probado y probaré, nunca.
Este es mi concierto número 40, sí 40 veces los he visto y, para celebrarlo, lo he cantado solo, para acompañarme del primer beso que le di a María (en la mejilla) de la lluvia en Pamplona (cuando mi hermano era mi hermano) de la radio, después de un ensayo tántrico, del baile repetido 100 veces con el guitarrista de los Tantra, de la nieve en Villava, de la primera vez en el Antzoki, del Sonorama, del ebrovision, del Low, del BBK, de la terreta, del nombre que nunca tuvo mi libro (valiente) de Tres cantos, de las lágrimas y las risas, del porque de Alicante Live Music, y de Teen Spirit y de toda la puta felicidad que el resto del mundo busca, sin respuesta.
Vetusta morla, cambio la historia de la música en España, más que los Planetas, más que Miguel Ríos o los Héroes del silencio… fue el final de la transición, coincidió con la mayor de las crisis sufridas por este país y cambió el mundo (aunque muchos no se dieron cuenta), que es a lo que todos aspiramos.
Sin ellos los festivales no serían lo que son, al menos, para mi. Me bajé en la misma estación que se bajó Mafalda y me subí en Copenhage y aquí me voy a quedar, parado, mientras los demás me miran y yo rompo los mapas, sobrevivo a la deriva y vivo la vida como si este fuera mi último día en el mundo.
Fdo. Un Valiente más
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