Ayer volvía a casa tarde, paseando por una calle casi vacía y guiado por el viento que siempre sopla en el cruce entre las calles Pablo Iglesias y Poeta Quintana, que es donde vivo desde hace poco más de un año. En la puerta de mi tienda de discos favorita había un papel con un clavel rojo que me hizo recordar que mi vecino se había ido a escuchar vinilos con Hendrix, John Bonham, ó Bon Scott.
Paco era un buen tío, y no es un formalismo derivado de la pérdida, no había más que traspasar los carteles de la puerta del «Naranja y negro» para comprobarlo. Como buenos norteños, ni él ni yo somos habladores, pero tenemos el don de perder nuestro carácter introvertido cuando sale a colación la posibilidad de hablar de alguna de nuestras pasiones. Y como siempre hemos compartido el más sagrado de los amores, la música, nunca fue difícil, ni para él ni para mí romper el hielo. De hecho, todos los recuerdos que comparto con él tratan de temas como el punk de finales de los 70, del Rock radical vasco, el capitán Beefheart, Neil Young, Black flag ó esa explicación magistral y, meticulosamente estudiada, de la historia de Guadalupe plata o pájaro el día que me compré el abono del Atiende Alicante del año pasado.
Todavía puedo verlo en su mesita baja, con su barba boscosa, que no de hipster, sus converse negras, a juego con la camiseta de algún grupo de Rufus recording, amagando una levantada y diciéndome con su media sonrisa eso de «¿ya vienes a por alguna entrada?». Ese era para mí Paco, un profesor de historia con sabiduría musical suficiente para aburrir a San Pedro, el can cerbero, Sid Vicious o cualquiera que tenga a bien abrirle el paraíso que hay al otro lado. Un tío que, como yo, luchaba, desde su tienda, para que la buena música no deje de sonar en esta ciudad y, ahora, un buen recuerdo que, cada vez que vea girar un vinilo, me vendrá a la cabeza.
Así que hoy, más que nunca, debe sonar rock, punk, música de garaje, psicodelia, los sonics, Negu gorriak, Mistifs, the stooges, the kinks, Buzzcocks, Fugazi… o cualquier canción que sepáis que haría que Paco girara su cabeza y asintiera en señal de aprobación. Demostrémosle que su legado va más allá de su persona y que, lo conociéramos más o menos, su aportación al sonido de esta ciudad se nos ha quedado demasiado corta…
Ana Garcia dice
Gran pérdida para la música y la cultura desde Alicante. Lo comparto en la página de facebook del Baúl de Ritmos
Jonn dice
Un saludo Ana