Siempre se le ha dado un mérito extraordinario a Jesucristo por el hecho de haber podido resucitar, tres días después de haberse muerto… imaginamos que la semana santa se inventó para retar a los alicantinos a ver quien tenía cojones de repetir el gesto, pasarse tres días bebiendo como un cosaco y viendo pasar costaleros cargados con santos y cruces… y resucitar el día del señor, como si no hubiera pasado nada.
Nosotros aceptamos el reto, y después del jueves en el tapoa pinchando, el viernes de farra y el sábado de mandanga, el ibuprofeno no nos hacía efecto, así que cogimos el coche y probamos algo más fuerte: irnos al mercadillo de Benimagrel a ver si, buscar complementos para acabar de decorar nuestra nueva casa, comprar fruta y escuchar un poco de música, nos quitaba el dolor de cabeza.
Y una vez más, acertamos; No es por quitarle mérito al rey de los cristianos, pero seguramente a él le hubiera costado un poco menos cagarse en Judas y levantarse aquel domingo, de hace casi dos mil años, si hubiera tenido la suerte de escuchar la música de The blue mondays, sentadito, con una cerveza fresquita a un euro, patatas de Sant Joan y unos altramuces y unas aceitunas compradas en un puesto de la feria ambulante que se monta en Benimagrel todos los domingos.
Además teníamos ganas de ver la banda del rubio de la armónica, después de que hace unos meses nos quedáramos con las ganas de escucharlos, como es debido, en el pirata del barrio. Así que la satisfacción fue doble y pelando xoxitos, entre trago y trago de cerveza, dejamos que el sol nos fuera revitalizando la guayaba mental a base de temazos de Jonnhy Cash, Ray Charles, una canción que tocaba mano lenta, blues del viejo oeste americano e interesantes conversaciones con algunos de los nuevos amigos que hemos hecho en nuestras últimas visitas al poble.
Vivir los punteos de Juan Ras acompañados del chico sin novia mientras la mayoría de alicantinos duerme plácidamente ignorando lo que se están perdiendo, es un placer difícilmente encontrable en las matinales domingueras de la ciudad, así que creo que vamos a convertir en costumbre lo de comprar la verdura semanal, los agritos y las naranjas para el zumo, con la escusa de, encima, escuchar buena música. Y si de paso, te arrancas la resaca dominguera, mejor que mejor.
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