La autocrítica es un don en desuso, necesario como respirar y que genera una serie de debates internos que, normalmente, son muy beneficiosos para todo tipo de entes, comunidades y organismos más o menos ordenados.
Ayer escribimos uno de esos artículos virales. A nosotr@s, en general, nos la suda el número de visitas que tenga cada post, aunque sí que es cierto que agradecemos la participación de la gente, que se mojen, que nos critiquen, o que un determinado problema llegue a herir sensibilidades diversas, por que ese «dolor» nos hace ver los caminos erróneos o los aciertos de nuestra particular interpretación de un determinado asunto.
Cuando no estás acostumbrado a movilizar la opinión de 100, 200 o 1000 desconocidos en 2 horas, tu irascibilidad se pone a flor de piel y piensas que has cometido un error, o que te has pasado de la raya. Si tu perspectiva va más allá de las reprobaciones, te das cuenta de los matices de los que no eres consciente cuando das rienda suelta a lo que llevas dentro.
Obviamente, en estos casos, hay de todo. Gente que critica sin leer, gente que interpreta lo que le da la gana, gente que se desahoga sin que lo que escriba venga a cuento, gente que se da por aludida, gente que se lo toma con humor, gente que le da a las cosas más importancia de la que realmente tienen…
La realidad es que Alicante Live Music es un medio expuesto: tiene desde un buzón de sugerencias en la web, hasta varios correos a los que nuestros lectores se dirigen abiertamente, pasando por redes sociales, post diarios con comentarios libres… Éso tiene cosas buenas y malas. Si nuestro objetivo fuera tener más visitas, nos bastaría con hacer públicos muchos de los mensajes hirientes que nos llegan cada día, o analizar en profundidad las frustraciones de muchos de los remitentes.
Pero nos gusta considerarnos autocríticos y buscar el lado bueno de esos juicios particulares, porque son ellos los que nos ayudan a crecer.
Ayer, por ejemplo, tuvimos el pack completo: Herimos la sensibilidad de un gran artista (hecho que sentimos), vimos el carácter generalizado del problema que tratamos y, sobre todo, nos dimos cuenta de que por muchas visitas que tenga nuestra web, la gente no conoce ni la mitad de herramientas que hemos puesto al servicio de esta provincia.
Estamos acostumbrados a esa mezcla entre la palmadita en la espalda y tratarnos como si fuéramos entes estúpidos que no tienen vida y trabajan por amor al arte. Pero, al final, sólo hemos encontrado un espacio que deberían ocupar las instituciones, los medios con más dinero y los artistas.
¿Por qué lo hacemos? Porque vemos potencial, porque nos hemos metido tanto en la faena que detectamos errores que denunciamos cada día. Y, también, porque perdimos el ego por el camino, porque hemos vivido otras realidades, y porque trazamos un criterio, que gustará más o menos, pero lo mantenemos y lo perfilamos un poco cada día.
Como imaginaréis en cuatro años hemos tenido grandes aciertos y grandes errores, más o menos, a partes iguales. Con el tiempo, hemos perdido la obsesión por abarcarlo todo, nos hemos resignado a tratar con mucha mediocridad, con instituciones con, digamos, poco apego por la cultura, con salas egoístas, con un público de postureo o etiquetado por autogusto… y entre medias, tenemos que comer, tenemos que enseñar, tenemos que tragar, tenemos que adular lo que nos gusta y darle caña a lo que no. Ese es nuestro trabajo. Aunque el intrusismo ha confundido a much@s, el periodismo nunca ha sido un buen lugar para las amistades. Pero, en general, nos toca medir nuestros pensamientos, porque la gente no está acostumbrada, o no quiere, escuchar las verdades.
Lo sentimos por ell@s, pero aunque hay un alto porcentaje de la población que no sea consciente, estamos cambiando las cosas. Obviamente, no estamos sólos, en el camino hemos encontrado gente que trabaja pacientemente porque esta provincia tenga un futuro mejor, consciente de que hay un millón de cosas que cambiar.
«Mi trabajo es adaptar esta herramienta a los gustos y las necesidades de quienes la utilizan y una vez conseguido ese objetivo, me quitaré del medio para que funcione libremente. Yo, ni soy omnipotente, ni imprescindible. Los caminos se descubren a base de infinitos experimentos de prueba error, de tener paciencia y de luchar por una idea concreta». El resto no son más que egos rozados. Hay dos formas de tomarse las hostias, llorando o siendo consciente de tu necesidad de pertenencia a algo.
Os respondo a la cuestión de ayer: – ¿tú quien eres? – Yo soy un ente cambiante adaptándome a una nueva realidad. El resto, poco importa.
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