Autor: Antonio López Lafuente
El Festival Rock’n Pola cumple ya cierta solera con su sexta edición, y debería convertirse en un referente de festival provincial porque tiene ingredientes para ello.
Gestionado por la asociación Barrock, compuesta por componentes de bandas santapoleras, este evento cuenta con algunas dignas ventajas: un marco espectacular como es el auditorium El Palmeral, recinto cómodo, espacioso y céntrico, una barra con precios muy populares, la entrada libre, una buena sonorización (este año con Sonotec, y los técnicos Juan “Malavirgen” Ballester y Pepe “Bluesman” Murcia), un cartel de grupos locales y provinciales de buen nivel, y sobre todo el buen trato con las bandas, que asisten todos los años de manera altruista pero que salen muy contentas con esta producción familiar realizada con cierto cariño.
Todas estas ventajas juegan en desigualdad con el talón de Aquiles del Rock’n Pola, que es la afluencia del público.
No corren buenos tiempos para el rock en directo en Santa Pola, o no damos con la tecla en cuanto a gustos. Ya le pasó al promotor del festival Clean Beach el año pasado en el mismo lugar, y así se volvió a reflejar este pasado finde, porque no hubo la respuesta adecuada, quizá influenciada por los partidos del Mundial (enemigo del rock) o la competencia del Rock Arena el mismo sábado.
Esto supone una reflexión y una autocrítica por parte de la organización, y es que si se quiere dar el salto, quizá hay que pensar en buscar mayor patrocinio y una apuesta más arriesgada con grupo de cartel, así como una producción y promoción más intensa. En definitiva, no se puede contar únicamente con el público local.
Fuera de la parte reflexiva y las mejoras, no cabe duda de que el nivel musical estuvo a la altura de lo esperado. El cartel del viernes, de corte metalero, arrancó con Largo Viaje, banda de folk metal compuesta por músicos de Elche y Alicante, a los que le siguieron los locales Real Dreams, con versiones de heavy metal clásico que bien podrían resumir dos grandes décadas como los 80 y los 90 y en el que no faltaron algún tema en castellano de Barón Rojo.
La contundencia de Ebony Code, otra banda local, que estrenaba cantante, mantuvo la noche caliente para el broche final, cerrada por la banda de Toledo Titular Mads, dignísimo cierre levantando al público, con oficio, buenos músicos y un cantante con carisma defendiendo un repertorio entre el punk, el rock y el metal.
El cartel del sábado era otro cantar, y el público también jugó otro papel, con formaciones de diversos estilos. Volviendo a esa combinación “grupos locales y bandas de la provincia”, cuando todavía no se había puesto el sol, atacaron los Liqua, formación coctelera y explosiva con un estupendo cantante defendiendo sus temas funk, hip hop. Le siguieron otros conocidos del circuito alicantino, Shurprimoh Squad, que repartieron show y letras mordientes al más puro estilo Def don Dos o RHCP y que acabaron provocando la ola entre el público al son de “como mola Santa Pola se merece una ola”.
El ecuador del sábado estuvo ocupado por dos jóvenes bandas de Elche, una de ellas, Astromántica, con el ingrediende añadido se su primer concierto formal. La virginidad no suspuso un problema y estuvieron a la alltura, conducidos por una vocalista interesante y el carisma de su guitarrista. El mismo músico no se bajó del escenario para dar paso a los cuartos del cartel, Exipis, buena fórmula de jóvenes músicos, temas funk, soul, ganas de llegar lejos y un tema que puede ser su hit: “El hombre lobo”.
Para terminar la noche, justo antes de las 12 el escenario se vistió con la fuerza del grupo local Lord Byron & The Ambassadors. Un grupo que suena a banda con tablas, curtido de conciertos, que dominan los tiempos, con un cantante que se deja la vida en cada concierto, sea para 20 o 1.000 personas, da igual. Los Ambassadors y su frenético british pop fueron un digno cierre del festival Rock’n Pola que tuvo un cartel de los mejores en los últimos años, pero de casi la peor asistencia de su corta existencia. Así es la vida, y así es el rock.
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