A cada pájaro le gusta su nido y el alicantino tiende a huir de las estampas de paraguas y botas katiuskas. Por suerte, la música va más allá de refranes y supuestos y no es habitual que un personaje como Pájaro venga a vernos en una hora poco apta para los que acaban sus noches en el Chungui, así que unos cientos de valientes hicieron el esfuerzo de quitarle el polvo a los chubasqueros y desoxidar los paraguas para ver música a mediodía.
Ya lo dice el sabio refranero «Dios le da una lombriz a cada pájaro pero no se la lleva hasta el nido». De eso saben los que visten botas de punta picuda y camisetas negras, pero también niños primerizos en las lides de la música en directo, señoras de 70 y los que se mojan sin lluvia cada vez que un personaje ilustre del panorama musical asoma sus alas por estas tierras ávidas de agüita.
La velada matutina en Las Cigarreras la abrió un grupo con un nombre niquelado para los goterones que convertían el suelo de la caja negra en una peligrosa «laguna húmeda» de loseta negra. Pero la vida es riesgo y con el verano agonizando y la cerveza a resguardo (ahora que la han prohibido por las calles), Los Antideslizantes nos recordaron que, a pesar de todo, seguimos en verano. La broma fácil sería empezar el relato hablando de que una mañana orquestada por Movistar empezó con música nacida en el condado de Orange, pero lo más divertido fue que vi medio concierto de los ilicitanos riéndome mucho con una señora de 70 años con la pelvis y la cintura más fresca que las de los papás que se pasaron la mañana agachados o corriendo detrás de sus hijos.
La señora con la lengua bien calva, me iba preguntando sin complejos ¿Y estos quienes son? ¿Y esta música cómo se define? ¿Y no son un poco cortitas las canciones? Y, al final, su conclusión, que mola más que la mía: «Esto es como un guateque de mis tiempos mozos» la diferencia es que entonces se escapaban de casa o tenían que mentir a sus padres y ahora la Caja Negra estaba llena de gente bailando una canción de los Pekenikes, que no es lo mismo, pero es igual, aunque nos empeñemos en catalogar de moderno todo lo que otros ya vivieron.
Cuando hay una buena fuente de la que beber, hasta la caja más oscura acaba teniendo la luz de la Playa del Carabassi y aunque lo tocaron en orden de creación, las historias con BSO de Los Antideslizantes siempre acaban teniendo un final feliz, o en este caso, un principio feliz de lo siguiente.
Porque, en apenas 10 minutos, el nido del pájaro ya estaba montado. Una instrumental para calentar mientras los recién llegados se iban asentando. Y un retorno al refranero: «A pájaro viejo no le sacas sus plumas». Nadie le va a enseñar a un señor que ha tocado en Sacramento, Brigada Ligera o Pata Negra de qué va este negocio. La diferencia es que estas sesiones matutinas suelen presentarse como un reto incluso para los más veteranos, ya que las digestiones del desayuno tocando no suelen ser habituales en los recorridos de las grandes bandas: suele haber más speachs, un corte relativo derivado del hecho de no tocar ante tu público habitual (niños incluidos) y un cuerpo distinto que se resiste cinco minutos a beber cerveza a las doce de la mañana.
Después entras en calor, la lluvia deja de estar presente y un pasado no muy lejano viene a visitarnos en forma de temazos como «Perché», «Luces rojas», «Guarda Che Luna», «bajo el sol de media noche», «Sagrario y Sacramento», cosas más recientes de su reciente disco «Gran Poder» y un final apoteósico en el que niños, señoras y maduritos sudorosos cantamos los versos de «A Galopar», como hace unos meses hicimos con los Niños Mutantes en el Principal.
Los bueno de estas sesiones de Movistar en Las Cigarreras es que te dejan todo el día por delante para seguir, eso sí, al paso que va el crecimiento exponencial del público habrá que ir planteándose una doble sesión…
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alicantinoconremordimientospornoiraverapajaro dice
En Pata Negra llegó a tocar Silvio? No tenía ni idea, sorpresas de la música sevillana!
Saludos, y gracias por la crónica