Hace un año nos preguntábamos dónde estaba el relevo generacional de Alicante. Un joven indignado nos rebatió la moción abriendo un hilo en el que se preguntaba por qué las viejas generaciones no les daban el relevo a ellos. Y me acordé de un cartel, en el Gaztetxe de mi pueblo, en el que se podía leer: «Si eres mayor de 30 años búscate otro reto, las revoluciones y los cambios son cosa nuestra».
Con el tiempo me he dado cuenta que tanta culpa tiene el que no se implica, como el que no deja que quien duda pueda equivocarse, como, en su momento, hicimos nosotr@s.
En estos meses he asistido a un sinfín de debates en los que se ha ninguneado la opinión de los jóvenes o, directamente, no se les ha dejado hablar, mientras gente de más de 50 años ha monopolizado esas discusiones, por el supuesto bien de la cultura, con historias de abuelo cebolleta aplaudidas por sus cuatro amigos.
Justo esa gente ególatra que 20 o 30 años después del error no asume su equivocación, son los que siguen privando a las nuevas ideas, de encontrar el cauce para ponerse en marcha, porque creen que iniciativas fracasadas deben seguir existiendo en un ejercicio más de nostalgia que de aportación a la realidad actual de la ciudad de Alicante.
Me pasó en el fracasado Consell de Cultura, en el debate sobre la situación del teatro local, en debates privados a los que, sinceramente, evitaría invitar a determinados personajes, en el Alacant Desperta y ahora en la Plataforma «Salvem l´Ideal».
Los mayores tenemos experiencia acumulada, éxitos y fracasos y opiniones que en un momento dado pueden ser válidas para desarrollar determinadas iniciativas. Pero también estamos quemados, sufrimos el encabezonamiento típico de cumplir años, acumulamos frenos familiares, hipotécas, falta de tiempo, nostalgia y cierta desidia, que como bien decía el cartel del Gaztetxe, frenan en seco la novedad, la rebeldía, la transformación y otras cosas que llevan implícitas los cambios.
Como acompañantes o asesores podemos ser necesarios. Como bulto en manifestaciones, también. Pero no somos tan buenos educadores como creemos, nuestro concepto de la cultura y de la vida no es exclusivo, y, en la mayoría de los casos, aunque enarbolemos la bandera de la modernidad, no somos capaces de adaptarnos a las transformaciones sociales, digitales y cotidianas del presente. Y en vez de dejar hacer o pasarnos a la política o al sector privado para cambiar las cosas desde dentro, ponemos zancadillas y les quitamos las ganas, sin tener en cuenta que una manifestación de cincuentones es un ejercicio de melancolía, mientras una concentración de jóvenes es una reivindicación.
El futuro de Alicante depende de que sepamos limpiar toda la mierda. Y una vez limpia de cargas la cultura, debemos asumir que si estamos como estamos es porque no hicimos las cosas tan bien como pensamos, que lo que creamos, más que un punto ganado, es un legado que otros deben transformar o adaptar a los tiempos modernos, de que sepamos utilizar nuestra experiencia para ver que hay un nuevo núcleo de gente pidiendo el relevo y les cedamos la palabra, les facilitemos los medios y les ayudemos a buscar la suerte que nosotros no tuvimos.
Ellos y ellas son el presente y lo que corre por sus cerebros es el futuro. Nosotros somos el pasado, disfrutamos lo que vivimos, pero es hora de que otros tengan su oportunidad de imaginar y pelear por lo que consideran ideal. Es hora de dejar hacer, no de frenar con el pasado lo que pueda llegar a pasar.
Es su hora, nos toca ver la vida desde la barrera, aplaudir, ayudar y aprender. La energía la tienen ellos. Las ideas, también, y las iniciativas rompedoras, y la capacidad para cambiar las cosas. Nosotros somos los que empezamos la historia, pero son ellos los que van a seguir escribiéndola, a su manera. Facilitémosles el papel, el boli y el contexto y dejemos que su imaginación haga el resto.
Si aún así no lo entendéis es que debéis ser más viejo de lo que vuestros carnés y vuestros cuentos de abuelo dicen.








Totalmente de acuerdo con esta reflexión.
Ni un pero y me incluyo entre las viejas , se necesita a los jóvenes y necesitamos su visión, su energía, su capacidad de transformación, dejemos que ellos hagan el camino y nosotros acompañemos.
Ya era hora de que alguien dijera esto. Yo estoy harta de que en los pocos debates de cultura que hay no nos dejen hablar, ni opinar.
Sois grandes Alicante Live👏👏👏
Es un artículo pegadizo, la verdad… y complaciente.
El problema es que el argumento en el que se basa es una falacia como una casa: tener más de 50 años no te convierte automáticamente en un «abuelo cebolleta» ni tener menos de 30 en un rebelde visionario.
Lo que si es cierto es que nadie tiene derecho a acaparar el debate y que todos, jóvenes y mayores, tenemos el derecho de expresarnos.
Lo que falla, diría yo, es la arrogancia y el ego gigantesco de algunas personas, sean viejas o no.