Ayer, cuando nos estábamos preparando para ver el espectáculo de VISITANTS en la Plaza Séneca, nos llegó un mensaje de Whatsapp del Teatro Arniches diciendo que se suspendía por culpa del Ayuntamiento de Alicante. No lo decían así, porque ellos son más diplomáticos que nosotros, pero…
Al principio, pensamos que se trataba de una cuestión meramente de seguridad, pero últimamente, al Bipartito le ha dado por meter a Alicante en unos cuantos fregados, o guerras, contra los diferentes estamentos gobernados por la izquierda, como la campaña contra Mónica Oltra o las declaraciones institucionales sobre el disparate del Somni, la ocupación, las quejas contra la Consellería de Educación (cuando algo podrían hacer ellos también) o la incautación de Superávits que ayer se rechazó en el Parlamento, que es donde se discuten estas cosas.
Está claro que hay un ansia por desviar la atención de incompetencias varias como las de los concejales de cultura, fiestas o acción social. La verdad, deberíamos dar por sentado que quien se presenta a unas elecciones tiene un grado de diplomacia suficiente para llegar a acuerdos, o, al menos, debatirlos, pero en estos tiempos de frentismos ridículos, la mediocridad y la ineptitud se hacen más latentes. Y ésto está por encima de las siglas, porque, por desgracia, hay demasiados ceporros en la izquierda, en el centro y en la derecha.
Dicho ésto. La cultura vive momentos complicados. La puedes ayudar, quizá sea momento, incluso, de que las instituciones se pongan de acuerdo para subvencionarla o ayudarla a reinventarse. Lo que no se puede permitir es que se use como trinchera de guerra o que se criminalice como si fuera el único estado (junto a los pubs nocturnos) donde uno se puede contagiar de Covid-19.
Los profesionales de la cultura han demostrado este verano que están muy por encima de todos estos supuestos. Y, a pesar de las restricciones y las pegas, hemos arrimado el hombro y nos hemos adaptado a las situaciones, hemos lidiado con instituciones, reeducado al público, reinventado los ámbitos… y sí, algunos ayuntamientos nos han ayudado, como el de Alicante, y por éso es más ridículo aún, que no se permita hacer un espectáculo en la calle, como se han hecho cientos durante estos meses.
La única pega que se nos ocurre es la política. Y la cultura, por mucho que algunos se empeñen, no tiene siglas. Así que cooperen para que esto deje de ser una guerra de gilipollas, porque hay mucha gente que se juega su sustento y se queda sin comer por la prepotencia y la falta de diálogo de, precisamente, los que más deberían saber convencer, o dejarse convencer.
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