Podríamos abrir una sección nueva, buscando palabras que incorporar al diccionario del día a día del alicantino. La ganadora estaría entre sinergia, compartir, respetar, patrimonio… ó idiosincrasia.
Esta última, justamente, fue la invitada inesperada a un debate futbolero que tuvo lugar tras un artículo a colación del no ascenso del Hércules y sus porqués. De repente, se dibujó un vínculo de unión imaginario entre la cultura, el fútbol, la fiesta y el patrimonio. Obviamente, el punto en común de las cuatro es Alicante como concepto subjetivo. Pero trasladado a la práctica, nos damos de bruces con problemas comunes y soluciones parecidas.
Por puntos, y resumiendo:
- Aprender de los errores y los aciertos del pasado.
- Pensar a medio/largo plazo.
- Encontrar un relevo generacional.
- Eliminar el humo y la herencia fenicia.
- Derrocar al tirano que impide la evolución.
- Vendernos mejor.
Esta vez, la cosa no trata de quejarse, sino de buscar con quién quejarte. Porque adaptando los 6 puntos a cada aspecto, puedes atisbar de fondo esa Agenda 2030 que con una perspectiva más chovinista y realista, podríamos acercar, ya no a lo que tú y yo necesitamos, sino a lo que a Alicante le hace falta. E igual ahí, mi queja de cultureta, se parece a tu pataleta futbolera, o a la tuya que amas la fiesta pero quieres cambiarla, o a ti, que estás harto de que estos Gobiernos pasajeros se lleven tu historia con grúas y contratos de obras.
En esa utopía están las partes reconocibles (el patrimonio), un identificador común, un debate impepinable que derive en una lista de mínimos… y la consecuencia: ascensos deportivos, mejor (o más ordenada) programación cultural, sostenibilidad, modernidad, etc.
Piensa ¿Cómo es la Alicante en la que te gustaría vivir? y ¿Qué le falta a la de ahora?
Lo más curioso es que los contertulios improvisados compartimos dictamen del error, que no es otro que dejar hacer a otros, lo que deberíamos hacer nosotros. Luego puedes personificar tu queja en el político, en el sistema, en el que se ha apropiado de tus sueños, o en el que impide que veas cómo se hacen realidad.
El que se desmarcó diciendo que iría a lo suyo, acabó el día acercando una parte de sus pensamientos a los de sus vecinos. -Enfoqué mal el destino de mi queja- me dijo. Y entonces fui consciente de que nos estábamos quejando por lo mismo.
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