Escrito por: Ana Smaz
El domingo por mañana al llegar a casa, mientras guardaba la tienda de campaña en el trastero y ponía lavadoras como si no hubiera un mañana, no paraba de analizar qué tiene este festival para calar profundamente en los que lo hemos vivido tan de cerca.
Durante muchos meses los grupos de WhatsApp se han saturado haciendo planes con amigos, esa habitación al fondo ha estado llenándose de tantas cosas que no se veían ni el suelo ni los muebles, los días previos parece que nos hubiéramos estado preparando para un amanecer zombie y cuando llegó el momento de meterlo todo en el coche nos echamos las manos a la cabeza y pensamos: ¡no va a caber!
Compartir cuatro días con personas que sienten la música como una parte más de su ser es toda una experiencia. Mucho es lo que hay que contar y palabras no me van a faltar para decir cosas bonitas de los grupos y del ambiente de buen rollo que he podido respirar.
Ya que dicen que “a quién madruga…”, pues así hicimos; el martes 8 de agosto, un día antes de la apertura de puertas, el campamento estaba montado, las pulseras de “todo incluido” en la muñeca y la cerveza en la mano. Empezamos a trazar el itinerario y teníamos asumido que, pese al pronóstico del tiempo, al día siguiente no podríamos perdernos el espectáculo de British Lion, Amon Amarth, y Sauron.
A los dos primeros los vimos apretaditos debajo del techado del “merchan”. Steve Harris nos encogió el corazón con su proyecto paralelo a Iron Maiden mientras el cielo se oscurecía. Entre relámpagos las cabezas de dos enormes dragones emergieron dando lugar a una fiesta vikinga bajo la lluvia. El cariño del público se lo llevó Medina Azahara, que un año más nos trasladaron a aquellos inicios del rock español. Como colofón final, un espectáculo circense nos dejaba la boca abierta, superando todo lo que había visto antes (incluido en Murcia el pasado junio). Menciono con gran entusiasmo a Narci Lara Márquez, el indiscutible “hombre-orquesta” del grupo (siempre consigue impresionarme).
Cuando desperté al día siguiente, parecía que por el camping hubiera pasado un huracán y es que el viento por la noche no dio tregua ¿o sería la furia de “Thor”? Aún así, las baterías estaban cargadas para recibir con los brazos abiertos a Alestorm y sus ritmos al más puro estilo pirata. Pasamos un momento por el campamento vikingo, donde un cartel de cartón decía “Batallas todos los días a partir de las 19:30h”. Me hubiera gustado volver a ver a Hitten, pero Epica reclamaba mi atención desde la primera fila en el escenario Azucena. Los aclamados Blind Guardian mantuvieron nuestros brazos en alto hasta el final.
Empezamos el viernes con ganas de que se hicieran las doce para ver en acústico a Alberto Rionda e Israel Ramos; unos artistas que derrochan simpatía con el público. Casi escondido bajo una carpa en medio de la Plaza Ruperto Chapí se encontraba Magnus Rosén (exbajista de Hammerfall y recientemente unido a la formación de Avalanch) una foto con él era más de lo que podía esperar para empezar un día que prometía. Por la tarde bandas míticas como UFO o Max&Iggor Roots estuvieron presentes dando lo mejor y al caer la noche los esperados Megadeth (no entro en si estuvieron bien o regular). Arkona y Firewind fueron un grato descubrimiento en el Mark Reale Stage. Viendo a WarCry vibré de emoción de nuevo y con Avalanch casi me quedé afónica.
Por la visita a la piscina el sábado, tuve que sacrificar ver el acústico de Mike Tramp, fundador de White Lion. Sin embargo, a las 16:00h, ya estábamos otra vez refrescándonos con una cerveza al compás de Eclipse, sabiendo que la tarde sería larga. Un estímulo continuo desde Tankard hasta BloodBath (me producían curiosidad pero no los llegué a ver). Me quedé atónita con la increíble voz de Noora Louhimo, vocalista de Batle Beast y con «Maldito corazón» Saratoga hizo temblar los cimientos, seguidos por Magnum, de la mano de Bob Catley. Aquellos que estuvieron en primera fila viendo el concierto de Rhapsody me han contado que fue tan emotivo y especial que pudieron sentir el final de una era. Sabaton mantuvo la expectación de principio a fin y cuando «Primo Victoria» empezó a sonar, las instalaciones retumbaron con los gritos y su cantante Joakin Brodén no pudo contener carcajadas de alegría por ver un público tan entregado.
Muchas son las bandas que no he mencionado: Arch Enemy, Obus, UFO, Over Kill, Tierra Santa, Angelus Apatrida, Rage, Amarante, Eclipse, Sherpa, Tripfykon, Judith Mateo, Zenobia, Insomnium, Last in Line, etc. Igualmente aplaudo los esfuerzos de los grupos en el camping, que al medio día han animado a todos los que hemos estado allí. Todas ellas causas sobradas para volverte loco, estar el primero en la fila y mentalizarte de que durante cuatro días tu vida la controla el Metal.
Sin duda hay que agradecer al pueblo de Villena su inmensa hospitalidad y al Ayuntamiento que siga apostando por mantener este festival en lo más alto del panorama musical.
Alicante está demostrando que tiene mucho que ofrecer a los melómanos de todo el mundo. El gran esfuerzo de los que están detrás dejándose la piel para que las piezas encajen se nota, prueba de ello es el reciente éxito de este último «Leyendas del Rock».
Las 20.000 personas que cada día hemos lucido con orgullo las camisetas de nuestros ídolos, hemos vivido momentos inolvidables que nos acompañarán para siempre.
Deja una respuesta