Toda llamada puede llevar implícita una interferencia. Y más en estos tiempos en los que ni el criterio, ni el contexto (por desgracia) se tienen en cuenta.
Del rato que estuve en la Crida del Alacant Desperta de este año, podría decir mil cosas diferentes: Que lo que más me gustó fue ver dos piezas de ópera en plena plaza de Palmeretes, porque, seguramente, muchas (mi hija, por ejemplo) era la primera vez que tenían acceso al bel canto. Eso y que creo necesario que el conservatorio salga a la calle, porque hay mucho arte, que aunque accesible, o se proyecte en centros como Cigarreras (casi al lado), no llegan al «público no cultureta». Y hay veces, que la democratización de un arte, o devolverlo a donde nace, crea vínculos inesperados con gente que aunque no lo sepa, tiene una sensibilidad especial por la cultura.
También me gustó la resistencia a eso de que son malos tiempos para la lírica, cuando en realidad, quien coquetea con la poesía (cantada o recitada) sonríe más que el que hace de la épica una cuestión egoísta.
Entre medias, diferentes asociaciones, se dedicaban a ENSEÑAR. Lo pongo en mayúsculas, para diferenciar a las que tenemos interés por seguir aprendiendo, y las que sin saber nada, creen que lo saben todo y tienen derecho a expresar más de lo que deben…
De fondo, se mezcla gente subida en zancos, mazas de malabaristas primerizos que vuelan, bailes improvisados y conversaciones cruzadas entre gente que está ahí por pertenencia, por inquietud, por desahogo o por diversión.
Me consta que siempre hay algo mejor que hacer. O esa es la excusa que más me ponen. Pero no siempre ese hecho es mejor que lo que yo viví, por ejemplo, allí. Entre otras cosas, porque hay un matiz importante entre experimentar algo solo, y compartir una experiencia. Más que nada, porque en el hecho de dividir entre varios el resultado de esa mundología está lo que en Carolinas se entiende por barrio. Algo que ojalá entendieran mejor en otros lugares de esta ciudad.
La mejor analogía que se me ocurre, viene del taller de patronaje. En él, cada una eligió una tela, los colores con las que pintarlas, la forma de cortarlas y, también, la de anudarlas, después. El resultado es personal, pero forma parte de todos los retales zurcidos del taller, que por separado no son nada, pero juntos, sí.
Supongo que el fin de la llamada es entender esto, mientras se combina lo que unos expresan y lo que a los otros les sugiere, o inspira esa expresión.
La interferencia, a la que aludía al principio del escrito, viene de una «vecina» que lo que yo veo como os he contado, lo define así en el IG del alcalde, que a esa misma hora, estaba viendo el concierto de The Liverpool Band en el Barrio: «Nada que ver con el perroflautismo que se ha montado en la Plaza de Castellón «Les Palmeretes». Lo llaman «La Crida». Espero cada día que mis convecinos (y los que vienen de otros sitios) tomen conciencia y sientan la llamada de la limpieza. Mi barrio ya no es mi barrio. Creo saber donde está el problema «autogestión»? Cuidado».
Señora, Limpieza es tirar las colillas en un colillero y las latas en el contenedor amarillo. Decía Friedich Schiller que «En lo que parecemos, todos tenemos un juez; en lo que somos, nadie nos juzga». Los hechos son simples, porque servidor, pasó a las 16.30h por El Claustro y daba pena la suciedad acumulada en apenas hora y media de concierto. Sólo reniega de su barrio quien no sabe convivir. La Autogestión es poder decidir lo que quieres sin injerencias políticas. En este barrio, he visto a la gente montar un huerto, un «hogar» para jóvenes inquietos. Limpiar lo que el ayuntamiento no limpia. Reverdecer lo que los «jardineros» talan, manifestarse para que no desahucien a unas cuantas familias y si me quedaban dudas, el domingo se expusieron a preguntas y a enseñar al resto de Alicante lo que cada semana promueven.
La llamada, es más fuerte, si cabe, para el que no escucha. O para la que sólo ve lo que quiere ver. Ni la dignidad lleva corbata, ni la vecindad requiere entender. «Discutiendo acabamos siendo vecinos. Compartiendo, incluso, amigos». La lírica tiene más vigencia que un tweet suelto. Eso, claro está, si el contexto importa. Que creo que, al menos, en el mestizaje cultural de Palmeretes, sí.
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