Mientras acabamos de perfeccionar el don de la ubicuidad, tratamos de elegir, lo mejor que sabemos, el lugar en el que estar. No os vamos a engañar, a veces, resulta estresante, coger el programa del fin de semana y seleccionar uno o dos planes.
Nos viene mal tenernos que perder un montón de cosas y pensamos si algún día, podremos vivir de ésto, cubrir todo lo que pasa, disfrutarlo, contarlo sin necesidad de tener que resumirlo todo en una palabra, o en una fotografía…
Esta vez cuadró un plan en Petrer. La marca Atelier corrió el riesgo de presentar su nueva colección con música, en un lugar en el que están demasiado arraigadas las influencias detestables de las radio fórmulas y esa estupidez globalizada que ha llenado de bailarines de reggaetón los bares de moda.
Lo fácil hubiera sido sucumbir a los supuestos. Pero, por suerte, hay esperanza más allá de la vulgaridad. Y una corriente modernista parece estar empezando a salir de sus cloacas, para vestir camisetas de bananas de fresa, o cruces invertidas con imágenes de monjas, y bandoleras de festival con la versión moderna de los botones de los diminutos.
Y así, con el buen gusto de un coworking postpaella, con música de Olivia, empezó para nosotr@s una tarde divertida que nos reconcilió con el interior de la Provincia.
El recinto del PBC se fue llenando de gente con un denominador común: El carácter diferenciador. Alicante necesita empresas que miren al futuro y se distancien del olor rancio de la explotación de los contratos invisibles. Compañías que vean en la cultura una forma de publicidad, proyectos que involucren a lo alternativo, y lo mezclen, como Me and the reptiles, con violines, con guitarras, con tormentas de ideas nuevas, con gente adinerada de la vieja escuela, personas de ciudad integradas en la muchedumbre y gente como tú y como yo, que ve la vida como algo más que una rebaja de coherencia y valora el esfuerzo, la artesanía, la profesionalidad, la importancia de lo local y las sinergias.
Al final, va a resultar que la vida es como una sesión de un dj que mezcla clásicos de los ochenta con la última de Metronomy. Los sueños, una pulsera rosa que te diferencia de los errores del pasado. El futuro, una colección diferente que mantiene la esencia, pero cambia de imagen y de colores… y así es como se hilan los proyectos con las ilusiones, el SEO, con el boca a boca, los gintonics con conversaciones que cambian el mundo… y una tarde se nos queda corta.
El jefe de todo corre de un lado para otro, la jefa trata de que todo tenga un halo de profesionalidad, los relaciones públicas se hacen cargo de la comodidad, y en el intervalo de camino que separa la barra de la tienda, se labra el futuro de una marca, que con un poco de suerte, dará que hablar y contribuirá a que esta utopía del don de la ubicuidad sea un poco más palpable.
Dos años son demasiado poco tiempo para cambiar el mundo, pero quizá unir a la gente interesante de la comarca en torno a una paella, un concierto, o un cubata, sí que derive en un cambio paulatino de eso que nosotr@s no nos cansamos de criticar.
Os contaremos lo que pasa, con una camiseta en la que pone «Porn» o una sudadera con una «x» con los colores del arcoiris y quizá algún día la suerte de Gonzalo, de sus colaboradores de excepción, de Olivia, de Me And the reptiles y la nuestra se resuma en una frase: Estamos donde queríamos estar, haciendo lo que queríamos hacer, que fue, exactamente, lo que pasó el sábado. Y preferimos comprar lo que hace nuestro vecino que gastarnos la pasta en cosas que vienen importadas de la explotación de la gente del tercer mundo.
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