La originalidad se ha instaurado en Alicante. Un atisbo de cambio sobre un escenario cambiante. La repetición queda al margen, para que hasta los más escépticos sucumban al influjo del bien mental, de sacar el aburrimiento a pasear y convertirlo en diversión.
La idea de la sala itinerante es magistral: manda el artista. La sala debe comportarse (que ya va siendo hora) y el talento sale a darse una vuelta por 3 rincones exquisitos de Alicante: Viva La Pepa, El Taller Tumbao, The October Press y uno de El Campello: Mentxaca.
Visto el éxito, seguro que se sumarán más, pero siempre hay que aplaudir a los osados que dan el primer paso, como la señorita Vera Lebrón (idearia de esta historia).
Tras el enésimo chasco del miércoles, el fin de semana adquirió cierto aire compensatorio. Conciertos interesantes en muchos rincones de la provincia, un coqueteo con el cine, solidaridad y, tras no poder ir la primera semana, nos propusimos ver, al menos, una obra de la Sala Itinerante.
El sábado: llenazo en Viva La Pepa, y nos quedamos con las ganas. Por éso, el domingo repetimos en el Tumbao. Nos pedimos una cerveza, nos obsequiaron unos piscolabis (y un flash de cola), y nos dejamos llevar a los tiempos en los que nuestras madres nos curaban las heridas con su saliva mágica.
Bang! 15 años (tiene mi amor). El talento, unos pocos más (muy pocos). Lo que falta en esta ciudad son más sitios donde desarrollarlos. Lugares viciados de repetición que deberían abrir sus puertas a la luz que desprenden compañías como TraspasArte. Bueno, no vamos a ser snobs, porque hasta el domingo no habíamos oído hablar de ellas, pero hicimos algo, que, también, debería extenderse por este páramo de las inquietudes: dar una oportunidad.
Probar es el síntoma inequívoco de la curiosidad. Un bichito que hay que contagiarle a esa parte muerta de asco que no sabe que una hora de microteatro puede ser más satisfactoria para tu cerebro que un cubata en un bar oscuro con música repelente. De hecho, a tu bolsillo le cuesta, más o menos, lo mismo. Pero entretiene tu mente durante la semana posterior buscando los matices de la obra que en un primer momento, quizá no se entienden tan bien.
48: 4 = 12. Y después, busca en tu memoria el proceso que cambió tu vida. La desvirtuación de lo nimio, la exageración de los bienes derivados del esfuerzo (siempre insuficiente). Todavía hay niñas que prefieren ensayar una obra a aplatanarse. Es otra forma de drogarse, más adrenalínica, sana y satisfactoria. Y más en esta ciudad tan poco dada a aplaudir las cosas buenas (que también ocurren). Yendo más allá, creemos que los dos días que han transcurrido desde entonces, le hemos quitado 3 o 4 veces el polvo, a nuestra revenida imaginación.
Hemos jugado con la vida, nos hemos cruzado de brazos, con una bolsa en la cabeza, delante de la normalidad y le hemos dicho: ¡No! no quiero tus galletas envenenadas. ¡No! No soy una inútil (con acento). Me niego a que me comas, a que la rutina me deprima, a que la bruja (vida) me joda la vida con obligaciones y monotonías.
El teatro es la vida, y el microteatro, una semana. El margen justo para elegir la siguiente parada. No decimos más. Dejad que hable vuestra curiosidad (si la tenéis). Permitiros probar, por una vez. Cambiar de hábitos, variad el sitio, la vida itinerante es más divertida y si no nos creéis: vosotr@s os lo perdéis.
PROGRAMACIÓN COMPLETA DE LA SALA ITINERANTE
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