Mal de muchos: cultura.
El pasado miércoles fui a una nueva reunión extraordinaria del Consell de Cultura. De extraordinaria tuvo poco, más bien fue un dejavú de todos los terremotos con epicentro en la cultura alicantina. Yo, por costumbre, en esos casos, bajo la guardia, escucho las pataletas particulares, las filtro en mi personal concepción del asunto y después me dejo un tiempo de reflexión para analizar lo que he oído.
Pero esta vez, no hizo falta pensar mucho. De las tres horas que duró aquella reunión me quedo sólo con una sensación: el hastío. En general, estamos todos demasiado quemados. Tanto que dudo si necesitamos una comisión, o un Concejal, o sitios donde desempeñar nuestras respectivas iniciativas. Más que todo éso, necesitamos un cuerpo de bomberos que apague los ánimos. Y después, quizá con más calma y menos rabia, miremos a nuestro alrededor y nos demos cuenta de que el mal generalizado, sólo se soluciona aportando tu granito de arena al bien común.
El público sigue pensando que no hay nada que hacer (no funciona el boca a boca, porque este fin de semana, sin ir más lejos, hubo 200 eventos culturales), al artista no le da para vivir, los gestores culturales se quejan de falta de apoyo, los gerentes de los locales viven una realidad aparte y las instituciones (no comment).
Mucho estudio de viabilidad y mucha hostia, pero a la hora de la verdad las soluciones brillan por su ausencia. Hay un factor ineludible, que es la precariedad generalizada, Pero poco arreglo tiene el asunto si no tenemos concepto de Ciudad, de Provincia, o de Comunidad. Aquí va cada uno a lo suyo, como buitres esperando rapiñar cadáveres, mirando sólo su propio ombligo. Y así: tenemos lo que tenemos.
El que vive (bien) de esto, pasa de poner en común sus vivencias y sus recursos (no sea que con tanto Fenicio suelto le dejen sin mercado), y el que no, simula formar parte de un colectivo que no existe, con el único objetivo de sacarle los cuartos (o los locales) a la concejalía/consellería de turno, o al alcalde (que, por cierto, ni está ni se le espera) y pirarse.
Supuestamente, las comisiones y el flamante Plan de Cultura iban a ser los cimientos que sostuvieran la cultura de esta ciudad en el futuro. Pero ¿quién coño se cree esta milonga? Yo en el MACA, sólo vi 25 tipos de ego diferentes, centrados más en matices lingüisticos, flipadas tipo «los cines ideal son míos» o pataletas sin consistencia, ni coherencia, ni, claro está, repercusión global.
Yo creo en las posibilidades de esta ciudad y en las propuestas que tienen lugar en ella, en lo que no creo, a estas alturas, es en la gente, ni en las instituciones. Los primeros, porque, aquí, solo piensan en sus intereses particulares, sin ver que es, como decía mi abuelo: pan para hoy y hambre para mañana. Y los segundos, porque buscan apuntarse tantos como si esto fuera un juego de popularidad para las siguientes elecciones.
Justo el miércoles, acabé un máster de gestión cultural, con muchos conceptos que en esta ciudad brillan por su ausencia: como el patrocinio, la importancia de la comunicación, la obligación constitucional de las instituciones para/con la cultura.la previsión, el análisis…
Yo creo en la idea del proyecto del Sr Simón. Pretendí ver la historia como un cronista desde la barrera y acabé formando parte de la comisión de música, un grupo en el que había 32 personas, y que tras ver que ésto no era ni una forma de sangrar las arcas públicas, ni un modo de acercamiento rápido al Concejal, quedamos 8 (y bajando). Como filtro cultural, ha sido una gran experiencia. Es como formar parte del Ágora de la Grecia Clásica en pleno siglo XXI. Aprendes de gestión cultural, te juntas con cantautores y raperos, descubres el maravilloso mundo de las bandas, la escuela de Rock, la organización de bolos y festivales… todos quemados, sí, pero tratando de apagar el fuego, a base de convivencia, puesta en común de nuestras mierdas y búsqueda de soluciones.
La sensación de que esto no vale para nada ésta ahí. Pero también la certeza de que somos una minoría que juntando nuestras voces, podemos llegar a más gente. Quizá nos hayamos equivocado de altavoz, pero éso lo discutiremos en la siguiente reunión porque individualmente, salvo casos contados, no somos nada.
Yo, de momento, creo que es hora de hacer balance, predicar con el ejemplo y buscar el punto húmedo que evite que siga quemado. El tiempo, el trabajo, y el criterio (que espero que se imponga) serán los que continúen la historia. De momento, tengo 3 proyectos en mente, y me voy una semana a sopesar como ponerlos en marcha. Porque si algo está claro en esta historia es que quejarse no sirve para mucho, lo mismo que tirar la toalla. Hay que aportar soluciones, y quemad@s es complicado que encontremos el camino adecuado para que esta ciudad pueda tener el crecimiento cultural que merece.
María dice
Sabia reflexión, Jon!
Antoni dice
Tenemos diez veces más leyes que en Alemania. Y eso provoca un gran desconcierto en los ciudadanos y las empresas. O tienes un gran abogado o te pierdes en la maraña legislativa. Aumentan los costes y la incertidumbre y si eso pasa baja la inversión y la calidad (Carlos Sebastián).
Y esa es una de las razones por las que la iniciativa cultural nunca termina de despegar en la ciudad de Alicante: por el exceso de normativas municipales castradoras que prohíben casi todo. Lo incomprensible es que Daniel Simón Pla todavía no dé señales de tomarse en serio este asunto para empezar a derogar leyes municipales absurdas.
http://www.eldiario.es/cv/veces-leyes-Alemania_0_693631618.html
Mr T dice
¿Y no será que en Alicante y alrededores el tema simplemente no cuenta con el público suficiente?
No te rompas los cuernos, monta algo con copas, postureo y algo de indie-cultura en Castaños.
Cualquier otra cosa será una reunión para 50-100 amigos… en el mejor de los casos.
Mudarse es más fácil.
Un abrazo de alguien que estuvo en tu sitio hace 10 años.
Lorena dice
Buen artículo Jon, aunque lo que cuentas de entre pena y asco. Animo y no tires la toalla !