Del millón de posibilidades que hay de organizar una fiesta patronal, en Aspe eligieron la mejor. Y es que gastarse dinero en orquestas pachangueras, en toros, o en llenar el pueblo de espuma y vasos de plástico con olor a licores varios está muy bien, pero, en nuestra modesta opinión, donde se ponga la música en directo que se quite lo demás.

Con el aroma añejo que dejaron los míticos posies y el eco del rechinar de las máquinas de la fábrica de baile aún presentes en el ambiente, el pabellón municipal de la ciudad alicantina volvió a llenarse de música por segundo día consecutivo.
Aunque nuestra agenda del mes esté repleta de compromisos ineludibles, la organización del aspesuena nos puso un caramelo en forma de menú completo al que unos gourmets sofisticados como nosotros no nos podíamos negar.
Aunque nuestra agenda del mes esté repleta de compromisos ineludibles, la organización del aspesuena nos puso un caramelo en forma de menú completo al que unos gourmets sofisticados como nosotros no nos podíamos negar.
El antipasti, que dirían los italianos, fue un final de tarde por las calles de Aspe sorteando bicicletas, tapeando e integrándonos en la spanish custoom del pregón de fiestas.

Mientras los pipas cambiaban los amplis, la batería y demás, nosotros bailábamos al son de los temazos que Av coop nos iban pinchando, recordando el concierto que los siguientes en pisar las tablas, nos habían regalado, una semanita antes, en Beniyork.
Como escribimos entonces, va siendo hora de que Triángulo de Amor Bizarro tengan el protagonismo que les corresponde. Ya sabemos que a la gente le gusta mucho «de la monarquía a la criptocracia», y que es ese hit que esperan los que tienen poca idea de lo que un concierto de los gallegos transmite. Pero el punk, con toques noises, va más allá de un melocotonazo. La intensidad suena mejor cuando el «tupátupá» de la batería se pierde en la distorsión de la guitarra y todos bailamos asintiendo cuando Isa dice «sí», o meneamos el flequillo si Rodrigo niega con los dientes apretados como si se estuviera cagándose encima del fantasma de la transición.

A esas horas del recién estrenado domingo, la primavera de los botellones había llegado y muchos niñatos vinieron a incordiar un poco la tranquilidad que por las primeras filas se respiraba.
El metabolismo de la noche varió, y el relax rapeado sustituyó a la distorsión. Flores azules entrelazadas coronaron a las princesas hippies de la noche. Elena y Oscar fueron los cicerones, y nos hicieron cosquillas por encima de las rodillas.
Si el verano tiene una banda sonora, debe sonar parecido a lo que Delafé transmite. Puestos a elegir un color: pito, pito, gorgorito… es natural, es bueno y todos jugamos a que el espíritu santo sea un coro de canción positiva llenando la atmósfera que separaba el escenario de la mesa de sonido y nos damos cuenta de que el «intento» es solo el primer paso hacia un horizonte de estribillos repetitivos. Y claro, el que no baila: se la queda y el que no canta: pierde;
Definitivamente, aquello, cada vez se parecía más a un baile con orquesta pachanguera. La música, evidentemente, era mejor. Pero recuperamos la canción del verano de 1984, sentimos ganas de bailar, una lenta con la chica de al lado, los curiosos, y los padres de las quinceañeras vigilaban desde la distancia y el reloj iba comiéndose las horas compulsivamente. Si te entraban dudas de si irte, o no, a casa, Corrientes Circulares ponía un temazo que te arrancaba la idea de la cabeza.
Y así, llegaron las cuatro, y casi a cuatro patas, como un perro, cambiamos el «Paquito chocolatero» por el «Paco fiestas», conseguimos el objetivo de todo pueblerino fiestero: ver unas (s)ingles brasileñas y seguimos el buen consejo que berreaban desde el escenario: «sólo mantén el ritmo»; para no pensar en somnolencias, ni en coger una bicicleta hasta la cama.

Por si faltaban motivos para abrirnos la cabeza, apuramos la noche con los temazos de los chicos de Corrientes Circulares. Al fin y al cabo, no hay fiesta patronal que se precie sin un final regado con sopa de ajo, o chocolate con churros, así que había que saludar al amanecer, y para éso, en nuestro referente de los programas de radio indie, saben que no hay nada mejor que combinar los strokes con los zombie Kids y otras antinanas necesarias para no sucumbir al poder del peso de los párpados.
Fue una gran noche, como la del año pasado con Bigott o la Bien querida; y seguro que, el año que viene, volveremos, y con nosotros un sinfín de nuevos Aspeadictos, hartos de pachangadas, toros y demás gastos innecesarios 😉
Olé y olé. Un gusto para mi encontrarme en mi pueblo con un bloguero, twittero, persona… y esas cosas. El festival salió a pedir de boca, y sí, Aspe será un pueblucho pequeño, del que voy a salir en un mes porque no lo soporto, pero tiene un toque especial difícil de resumir en una entrada de blog. Siempre estáis invitados a Aspe, y espero que se expanda el rollo indie alternativo por estas tierras!!!
Por cierto, si te ggusta la música indie-alternativa, a parte de nuestras cuentas de twitter, spotify y facebook, hemos creado una página del caralibro en la que hacemos un repaso a la historia reciente de este estilo de música: https://www.facebook.com/pages/Dimarts-Passat/1457788451145583
Salu2
Gracias Sandra!
El rollo indie alternativo está expandido, lo malo es que hay otros estilos menos gratificante que le hacen sombra. Nosotr@s sólo tratamos de que las radio fórmulas y el postureo no se impongan. Y, de momento, publicitamos y damos coba a lo que ya existe en esta provincia. Y con iniciativas exitosas como el Aspesuena, el Low festival, el Alacant rock, las sesiones Jam que todas las semanas se llenan en la capi… queda demostrado que no vamos mal encaminad@s en nuestras impresiones.
PD. Esperemos que no te vayas muy lejos 😉
Tras Las Flores Azules no pinchó AV Loop sino Corrientes Circulares, y lo mismo estoy equivocado pero no recuerdo que pusieran The Zombie Kids ni The Strokes, aunque hubo alguna canción que no conocía, por lo que todo puede ser.
Por lo demás, interesante crítica.
Hola!!!
Gracias por las puntualizaciones, porque a esas horas de la noche, quizá no teníamos el oído muy fino, e igual a los strokes los escuchamos ya de camino a casa; pero creemos que algún loop de Zombie kids sí que sonó; Pero da igual, el caso es que fue un gran fin de fiesta y si nos equivocamos, rectificamos.
Un saludo.