Autor: César Espí
Alguno pensará que está feo que haga crónicas de mis propios conciertos, pero al cambio, es como cuando un padre nos habla de su hijo o un mecánico de su taller; si miente, lo acabarás sabiendo.
Como un músico que ha dedicado la mitad de su vida a tocar rock, la experiencia de pasar al groove/funk con ribetes de jazz, ha sido como la de practicarme un exorcismo (todavía me despierto de madrugada gritando el nombre de algún baterista legendario entre sudores fríos y arrugado en mitad de un profundo vacío existentencial). Sin embargo, la sensación de esta experiencia, como la de cualquier sueño de juventud archivado en las más pretéritas memorias, me ha hecho recordar el sabor del orgullo personal, un valor aún mayor, si cabe, cuando a tu lado tocan tres de los más insignes músicos de la ciudad que me ha visto nacer: Quique Niveiro, guitarrista y compositor, (Bluenáticos, Medicine Man, Muddy Road, Bernard Van Rossum) Bruno Gallego, organista, pianista y compositor (Empty Bottles) y Marcos Caravante, bajista, técnico de estudio y productor, (La Moes, Midnight Rides, Having Funk) Algo que, en ocasiones, me hace sentir como cantaba Aute; pasando por aquí…aunque mi trabajo en bandas como Colocopters, El Gran Cerdo y, sobretodo, Madre Máquina, me haga mirar al pasado con enorme complacencia.
Los conciertos de tarde me parecen un verdadero acierto, de 19:00h a 21:00h, con dos pases y un descanso de 15 minutos para mojarse la nuez o llenarse los pulmones con algún tóxico. El ambiente de Villavieja 6 es excelente, final de la tarde, el tiempo en tus manos, una actividad cultural en ciernes, y toda la noche por delante para poder quedar para cenar con amigos, salir de juerga, o volverse a casa a ver “Noche de Fiesta” y morir tras una simpática “asfixia erótica” que terminará con tu nombre en un atestado policíal junto al de David Carradine.
La banda interpretó 15 canciones, composiciones propias del grupo y tres versiones (“CC Strut” de la legendaria banda de funk The Meters, “Cold Duck” de Eddie Harris y “Play It Back” del organista Lonnie Smith) Se trataba de la “puesta de largo” del grupo después un periodo de inactividad, debido al cambio de sección rítmica tras unos tres años de febril recorrido. Los nuevos miembros, Marcos Carabante (bajo) y César Espí –un servidor– (batería) han conducido a la nueva formación a un sonido algo más contundente y categórico que el de sus inicios, allá por 2015, tal vez seducidos por los vapores rockeros que aún fluyen en las venas de algunos de ellos; eso sí, manteniendo el hilo natural de su leitmotiv elemental: el funky de cadencia pélvica y rictus vacilón. Canciones de pulso algebraico como “CC Strut” (The Meters) o “Play It Back” (Lonnie Smith) y de estructuras más complejas como “Ebony Fingers” o el homenaje al gran John Scofield en “Scofield”, terminaron desembocando en dulces efluvios de corte epidérmico con “Shinning Soul”, para culminar en el arrojo socarrón de “Line In The Middle”.
Tras el descanso, con la banda ya caliente y la sala llena (de emocionante visión tras la batería) el grupo despachó “Five Bucks”, en la que brilló con especial magnetismo Quique Niveiro en la coda de blues del tema, junto a otros cinco cortes con firma propia. “Fly On The Tea”, “Delicatessen” y “Yellow Turns Green”, en los que Bruno Gallego demostró ser uno de los organistas y compositores más hábiles que yo haya visto jamás sobre un escenario, y no hablo sólo a nivel local o incluso nacional, (por su posición al lado de mi batería tuve la oportunidad de verle ejecutar los solos, uno de esos lujos que pasan a veces)
El concierto terminó con los ritmos bossa de “Triptones” y la fílmica y setentera “Groovie Movie”, con un poderoso Marcos Carabante al bajo. Uno de esos músicos tan creativos como vibrantes, capaz de crear escenarios amplios en los que uno se siente retozar como un gato en una cesta.
Definitivamente, para este viejo rockero que quería tocar jazz, la sensación de expectación constante que se podía intuir en las miradas del público, el emocionante calor de un sonido cálido y juguetón, y los espontáneos aplausos de un público entregado de verdad, valieron con creces los pantagruélicos y exorcizantes esfuerzos de transfiguración musical tras años dedicados a la batería.
La banda planea la grabación de su primer disco para este 2018, además de un próximo concierto en la sala Euterpe (San Juan) el próximo día 17 de marzo. Puede que para ese momento, hasta mi color de piel haya mutado también. Hasta entonces, y desde la perspectiva de la dinámica musical de la ciudad de Alicante, 3TONES va a ser uno de los grupos más interesantes y profesionales que se puedan ver por aquí, y una propuesta alternativa para quien quiera disfrutar intelectualmente de una música especialmente inspiradora que, a mayores, también hace circular la sangre de cintura para abajo.
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