El primo de la novia, el mejor amigo del novio, uno que viene por compromiso, dos colegas de trabajo, uno que no sale desde que fue padre, el que se pasa la vida haciendo triatlones y el típico gilipollas, que lleva la voz cantante y dice «¿qué a dónde vamos? – a Alicante«.
El resto depende del presupuesto: Un disfraz distintivo para el que arruinará su vida próximamente, camisetas con su foto (y un mensaje soez) para el resto y si son muchos: la tuna, una charanga o algo que evidencie el carácter ridículo de esta moda de las despedidas basadas en la venganza paulatina del primero que se casa del grupo de amigos.
Al otro lado: los que estamos hasta los cojones de esta mierda. Y en la mitad, el debate entre los hosteleros que hacen «el agosto» y los que, como yo, piensan que estas cutreces más que dinero te dan disgustos y esfuman a la clientela «habitual».
Entiendo que lo de despedir la soltería es una tradición vetusta. En su momento tenía sentido éso de mamar al novio (tras un año en la mili), crear vínculos entre las familias y ese tipo de cosas que imagino que caracterizaban las despedidas arcaicas. De hecho, he preguntado a más de 10 personas mayores de 50 años sobre ello y todos coincidieron en una palabra: borrachera, pero ninguno me habló de pollas en la cabeza, escándalos públicos, ni necesidad de tocarle las pelotas al resto de la humanidad por el hecho de que el primo Paco hubiera decidido pasarse por el altar.
Y esa es la cuestión de todo ésto… cásate si quieres, o prepárale un fiestón a tu mejor amigo (si puede ser en privado, mejor), pero a mí no me hagas partícipe de tus mierdas. Yo no sé vosotr@s, pero mis salidas de fin de semana, se han convertido en el juego de eludir despedidas.
Dejé de ir al Mercado Central (donde se juntan), dejé de pisar la Rambla (parchís humano desde hace 3 o 4 años), si voy a reservar mesa en un restaurante me cercioro de que no haya una «escandalera permitida» al lado, eludo los bares con carteles tipo «descuentos para despedidas» y añoro medidas como las de la calle Laurel de Logroño, que desde hace años prima al cliente autóctono, y a turistas que podrían volver, y prohíbe la presencia de perturbadores con silbatos en las dos cuestas que conforman la travesía del vino.
Exacto, soy un soso, y cuando oigo éso de ¡se merece una ola! pienso: «a ver si se ahoga, ya». Me he cambiado de zona en la Playa, porque no soporto el petardeo de la versión playera del asunto, tras el paseo en barco, que es la misma mierda, pero sin camiseta… y así he ido acumulando lindezas que me hacen preguntarme por qué, por ejemplo, se multa a un músico callejero, pero éstos tienen libertad total para cantar la retahíla de cantos populares (a 10 voces, que suena más que una guitarra sin enchufar) que les plazca, o por qué tengo que pisar coños de plástico cuando voy a comprarme los croasanes del desayuno del domingo, rescatar al triatleta perdido o al primo de la novia, que aburrido de estar con desconocidos acabó la fiesta con la prima del novio de la despedida 63…
Tanta campaña turística y, al final, lo que somos es una ciudad de negocio fácil. Barriobajera, chabacana, sin principios… que prohíbe las expresiones artísticas callejeras, pero prima estos desastres públicos que te quitan las ganas de pasearte por el centro (en invierno) y por la playa (los sábados de verano).
Hay más empresas que se ocupan de montar despedidas de soltero que sociedades dedicadas a la gestión cultural, más bares con descuentos para despedidas que salas de Conciertos… No sé, quizá sea otro caso más de falta de civismo, pero como parece que da dinero a cierta gente (y éso es importante), voy a parafrasear un comentario del último artículo de opinión sobre los Guarros de la ciudad, y pedir a los que vengan próximamente, un mínimo de comportamiento basado en el simple principio de no hacer a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
¿Te gustaría que un martes a las dos de la madrugada me pusiera debajo de tu balcón a cantarte serenatas con fondo de reggeatón? ¿te gustaría que cuando paseas por la calle con tu hijo, o con tu novia, te mojaran con una pistolita de agua? o ¿me dejarías mear en el pasillo de tu casa? ¿y echar la pota en tu salón? ¿o que fuera a tu puesto de trabajo y me pusiera a pedirte que, como vengo con mis colegas, me hicieras un descuentito?
Pues eso: diviértete: date un paseo en barco, dispara pelotas de Paintball, métete la comilona de tu vida, vete a ver un striptease y llena tu cabeza con todos los complementos eróticos que te apetezca, pero, cuando te juntes con el resto de la humanidad, respeta al que tiene un concepto de fiesta que no tiene que ver con lo que tú y los que te acompañan, pensáis.
lunatero dice
En mi humilde opinión estoy totalmente de acuerdo con este articulo pues aunque dan algo de jolgorio y alegría a las calles ,no son mas que grupos cerrados que solo arman bronca para exaltar lo bien que se lo pasan solos .
La noche alicantina de esta llenando de negocios soeces y no hay oferta de locales para citas a ciegas que a mi opinión hacen falta mas ofertas de locales de speed dates y menos clubs de intercambio de parejas ,clubs de prostitucion, casinos ,clubs de streaptease y despedidas . Debo de insistir que todo se mueve en círculos cerrados y las redes y las aplicaciones no son tan excelentes como nos quieren vender. hay mucha gente sola y demasiados grupitos cerrados y las despedidas de solteros lo invaden todo en los sábados de la noche alicantina.
Ainara dice
Super interesante el articulo!!!