Autora: Ana Berg
No, no es ninguna broma. La técnica del fumage fue utilizada por primera vez en 1938 por el artista austriaco Wolfgang Paalen y por otros artistas dentro del movimiento del surrealismo. Entre ellos Salvador Dalí, quien la denominaba sfumato. Sin embargo, no es una técnica demasiado extendida. De hecho, los artistas que la practican con resultados profesionales se cuentan con los dedos de las manos. Uno de ellos es Tomás Sivera Vallés, cuya exposición «Desplazamientos», podemos disfrutar en el Palacio Provincial de la Diputación de Alicante hasta el 14 de abril.
Tras cruzar la puerta de seguridad, ser rodeada por el detector de metales portátil, enseñar el interior de mi bolso y colgarme al cuello la tarjeta de visitante, por fin me encuentro en la sala de exposiciones de la Excelentísima Diputación de Alicante. (Señor Tomás puede usted estar tranquilo, que su obra está a salvo de posibles ataques terroristas. Esperemos que no la deteriore ninguna gotera.)
A simple vista, lo que más llama mi atención son los grandes planos de color flúor sobre fondo blanco que presentan cada una de las obras. Sin embargo, una vez me acerco, observo con asombro la gran maestría de la técnica del fumage empleada por el artista, que consiste en dibujar mediante el tiznado del humo que desprende una vela, una lámpara de queroseno o incluso un mechero. Inmediatamente me pregunto lo siguiente ¿qué es lo que hace que el fuego sea tan atractivo hasta el punto de que alguien confíe en él como su instrumento para dar vida a un material inflamable?
La estética del fumage puede recordarnos al carboncillo; sin embargo, el empleo de esta técnica conlleva una serie de dificultades. La primera es la manera de lograr pintar o dibujar con el humo. Y es que, a diferencia de la mayoría de los materiales que podrían ser adheridos a cualquier superficie, ya sea ésta colocada vertical u horizontalmente, el humo sólo acepta una forma de hacerlo: el lienzo o papel debe estar mirando hacia abajo. Algo muy razonable, teniendo en cuenta que el humo sólo va hacia arriba. Esto implica un cambio en la postura física habitual del artista, que debe realizar su trabajo mirando hacia arriba. Además, no se puede trabajar si hay una corriente de aire en el entorno.
Los materiales empleados suelen ser velas, gomas de borrar y pinceles para poder retirar el hollín y lograr un aspecto suavizado, hasta construir la imagen final deseada. Posteriormente, se utiliza laca para fijar y/o un material especial para plastificar y proteger la obra.
La obra de Tomás Sivera está entre lo abstracto y lo figurativo, siendo la figura humana la principal protagonista. Una figura humana sola o en grupo, representando la tensión entre el movimiento y la quietud. A veces la encontramos solapada parcialmente tras las bandas de brillante color plano, y otras superpuesta o completamente inmersa en ellas.
Ya sabéis, si queréis conocer la impresionante técnica del fumage y sus increíbles resultados tenéis hasta el 14 de abril para pasaros por el Palacio Provincial. Siempre y cuando logréis pasar antes el control de seguridad, claro.
Fotos:
Alvaro dice
Excelente artículo; visita asegurada.
Maria dice
¡¡Me encanta ésta nueva sección!!