Se pasan la vida pidiéndonos que seamos responsables, que no bebamos cuando cogemos el coche, poniendo controles de alcoholemia (por nuestro bien) en los alrededores de todas las zonas de ocio de la provincia. Se empeñan, y hacen bien, en descentralizar la cultura, sacarla del centro, llevarla a los barrios, queriendo que los esfuerzos por fomentar las artes de los ayuntamientos de Mutxamel, El Campello, Elche, Villena, Alcoy, Altea o Sant Joan atraigan a los alicantinos… y viceversa.
De repente, llega la época de Hogueras, y el Ayuntamiento de Alicante y Vectalia se vuelven responsables: Habilitan lanzaderas, aumentan la frecuencia de los autobuses ¿y el resto del año qué?
Tener una red de transporte público del Siglo XXI deselitizaría la cultura y, de paso, interconectaría la Provincia. Un paso adelante para fomentar las artes y la buena vecindad entre los habitantes de esta destartalada y egoísta provincia.
Un ejemplo práctico: este fin de semana tocaba Ara Malikian en Elche. Un alicantino compra su entrada, pero al plantearse cómo ir, se encuentra con que ir en coche le supone aparcar, una odisea un sábado en el que el Elche CF se jugaba el ascenso a Segunda, además del Tardeo, de la gente que sale a cenar… y si te coges un taxi: 35€ ¿quién puede permitirse pagar 35€ más el billete del tren de ida, más la entrada (cena aparte)?
Hace unos años nos quejamos de la odisea de ir a ver un concierto en la Sala Euterpe o al Refugio Jazz Club de Sant Joan, y se pusieron medios para que, al menos los sábados, los alicantinos pudieran ir a Sant Joan y los Sant Joaners pudieran venir a Alicante.
Pero hay vida más allá de Sant Joan. La excusa que los responsables del problema nos ponen es que “en la terreta nadie coge el autobús”, pero ¿qué fue antes el huevo o la gallina? Un hábito se crea por necesidad y aunque las campañas de concienciación brillan por su su ausencia es cuestión de tiempo que la gente se acostumbre a la necesidad de tirar del transporte público como se hace en el resto de Europa.
Se dice que los jóvenes no tienen interés por la cultura, pero lo que no tienen es dinero ni ayudas de ningún tipo para que les interese. Por ejemplo, en Madrid, Bilbao, Donostia, o Barcelona, referentes del consumo cultural nacional, hay metros nocturnos, buhos, y horarios especiales cuando se celebran eventos importantes. Evidentemente, en esos sitios hay una estrecha colaboración entre los organizadores de los eventos, las instituciones y las empresas de transportes, hecho que por lo visto, aquí solo sucede en Hogueras, cuando la desorganización y la pleitesía a la Federación convierte el centro de Alicante en un auténtico caos que hay que solucionar de alguna manera.
Prevenir es avanzar y es una pena que los alicantinos nos perdamos las interesantes propuestas de Elche, Benidorm, Alcoy, Villena, Elda, Torrevieja… y viceversa. Somos islas desconectadas que fomentan el elitismo y los teatros vacíos. La solución es sencilla: Dos autobuses, uno el viernes y otro el sábado, con un recorrido de ida y otro de vuelta a eso de la una de la noche. A parte de los culturetas, la gente que bebe, los amantes de la gastronomía y los comerciantes lo agradecerían. Pero como siempre, esto no es más que una sugerencia de alguien que se enfrenta al mismo problema cada fin de semana, no sólo cuando está de fiesta.
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