Soy Julia, madre de un chico Transexual que en su corta edad ha pasado por diferentes vicisitudes, muchas de ellas derivadas de una actitud imprudente de algunos políticos que no entienden que hay situaciones excepcionales que pueden transformarse en normales sin necesidad de apuntarse tantos o hacer un debate grandilocuente.
No me gusta el bochornoso espectáculo mediático que han creado de una causa noble como la reivindicación de la libertad. Por eso he decidido escribirles a ustedes tras leer que la nueva vicealcaldesa de Alicante ha dicho en rueda de prensa que va a participar en los actos del Orgullo LGTBI+ de Alicante, hecho que agradezco y aplaudo. Salvo un matiz, derivado de la poca decencia que su compañera en Madrid, Inés Arrimadas, ha tenido a raíz de unos supuestos insultos que un informe policial se ha apresurado a desmentir.
Hay temas con los que no se puede hacer campaña. Y llamar fascista a alguien que ha sufrido en sus carnes diferentes vejaciones clama al cielo.
Lamento que le insultaran aisladamente, o que se sintiera agredida por algún personaje que quizá malinterprete los pactos a los que su partido está llegando con los que sí que reconocen abiertamente su condición de fascista. No obstante, le voy a decir a ustedes como se soluciona ésta y otras muestras de desencanto: no utilicen actos festivos/reivindicativos para sacarse una foto.
Si quieren ir, vayan como voy yo con mi hijo, pero no creo que cuando van a cenar a un restaurante o después a una discoteca hagan ustedes gala de su pertenencia al partido naranja. Pues la fiesta del Orgullo es exactamente lo mismo. Cada uno la vive como quiere, pero el fin de la celebración es la integración y la normalidad, de ahí que no sea necesario presentar ningún carné, ni ninguna credencial.
Yo soy hetero e iré, a título personal y sin hacer propaganda con mi familia y algunos amigos que saben todo lo que mi hijo ha tenido que pasar y lo que nos hemos tenido que gastar porque en estos tiempos modernos, todavía hay gente que hace bullying al diferente, que acosa al «raro» o agrede al que no ha nacido para adaptarse al concepto que muchos retrógrados mantienen. E igual que yo, habrá abogados, policías, reponedores de supermercado o parados, que aparcan su dedicación, para ser uno más.
Si quieren ayudarnos, aligeren la legislación, penen al intolerante en lugar de pactar con él y conviertan en normal una celebración en lugar de ennegrecerla con mentiras. Como personas serán bienvenidas. Como políticos, mejor que apoyen las causas LGTBIs en el Congreso, en el Ayuntamiento o en sitios donde sí que es efectivo su carné de afiliado o de cargo electo. En la calle, dejen que la fiesta siga su trascurso y, seguramente, nadie les insultará y la noticia será la libertad.
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