Un año más, el mamoneo ha inundado FITUR. No sé si alguna vez habéis ido, pero es el máximo exponente de la inoperancia y el «vendemoturismo» del mundo. Los periodistas se dejan comprar para hablar bien, los políticos hacen networking y el visitante tiene la opción de comparar dónde se hacen las cosas bien, y donde se hacen mal.
Mi relación con la feria, de este año, ha sido leer las innumerables notas de prensa que toooooodos los ayuntamientos de la provincia mandan durante la semana que dura el sarao. Todos hablan de datos positivos, de un segmento de población determinado al que «engañar» y de cuánto se aprecia la cultura alicantina en otros lares.
En la práctica, sólo hay imagen, gasto y fotos muy concretas. Nadie sabe lo que le cuesta a cada ciudad venderse, ni suele haber un planning, más allá de los puntos y las ruedas de prensa con periodistas locales que van haciendo para cumplir el expediente.
Por mucho que quieran, Benidorm en esto es un puntal, y sin ser el centro neurálgico de la cultura, habla de ciudad de los festivales, paga para estar toda una semana en los telediarios con el Benidorm Fest de esta semana, o farda del éxito de la apuesta por los rodajes en la ciudad de los rascacielos. Y suele tener ventaja quién asume un papel secundario y limita su oferta a, como Alcoi, vender sus Moros y Cristianos mezclados con la montaña, o a Teulada poniendo por bandera sus playas sin saturación, o los pueblos con encanto, que en esta provincia hay unos cuantos, que se agarran al turismo alternativo para vender aventuras, comida y tranquilidad
Mientras tanto, el resto va dando palos de ciego, vendiendo cada año una chorrada que dura eso, el rato de la fiesta, los cuatro titulares pagados del Información y un montón de folletos que se llenan de polvo durante el resto del año en las oficinas de Turismo.
No pensaba redundar en lo que ya hemos dicho otros años, pero ayer haciendo zapping me encontré con la vicealcaldesa haciendo un balance sesgado del «éxito» de Alicante en FITUR. Todo hay que decirlo, con el beneplácito de un periodista moderno, de esos que no trabaja la crítica, ni las preguntas difíciles y se limita a cumplir expediente, en lugar de aprovechar para contar lo que pasó, teniendo en cuenta que dice que estuvo en Madrid.
Os dejo la entrevista (a partir del minuto 38) por si la queréis ver:
En un cuarto de hora de charla, como en los 5 días de Fitur, no se menta la palabra cultura. Se habla del Castillo de Santa Bárbara (S.A) ahora que se ha cedido su gestión a una empresa privada, de que Vueling ha puesto vuelos directos a Helsinki, de cruceros, de la Navidad (parece que vamos a hacer sombra a Madrid y a Vigo), de la Ocean´s Race del año que viene, del producto estrella de este año: Convertir Tabarca en un destino Starlight (alguno-a se tragó demasiados ratos de volcán Cumbre Vieja)… ahhhh y de una campaña en Callao, con más de nueve millones de impactos, en una ciudad que no llega a siete millones de habitantes, y siempre, sin contarnos lo que el autobús y los cartelitos en lugares estratégicos (y privilegiados) cuestan.
En definitiva, que la cultura de esta ciudad, en lo que a turismo se refiere, se limita a que en julio tenemos aquí al circo del Sol. Ni el MACA, ni el MARQ, ni el ADDA, ni Área 12, ni Cigarreras, ni el Photoalicante, ni el festival de Cine, ni el Abril en Danza, ni el Festitíteres, ni Atiende Alicante, ni Feria del Libro, ni Bello Público, ni FITCA, ni Pynchon, ni Stereo, ni 80 Mundos, ni la SEU, ni el Gil-albert, ni una de las agendas culturales más completas de España, ni plaza de toros, ni haber sido el escenario principal del indie (y otros estilos) durante el último año y medio… ni nada.
Para rematar acaba vanagloriándose de que seguirán llegándole ayudas a los de siempre (unos 6, otros ninguna). Y una vez más, ignora que la cultura de esta ciudad, también genera ingresos, empleo, pernoctaciones… eso sí, en el mayor de los casos con las zancadillas de esa administración que, según la vicealcaldesa, sigue acercándose al ciudadano. Os aseguramos que lo de agilizar los papeleos no debe estar entre las cosas a digitalizar, igual que la simpatía de algún funcionario de cara al público.
Repitiendo un discurso manido, no siempre se consigue convencer. Por mucho que tu community manager rescate frases estudiadas previamente en Twitter, ni aunque te hagas fotos con Villacís. Los impactos virtuales hay que monetizarlos, o convertirlos en realidades en forma de pernoctaciones, gastos medios, etc. A lo mejor, si tu objetivo es el turismo nórdico, el autobús hay que llevárselo a Oslo o a Estocolmo, si quieres vender planes de fin de semana, tienes que ofrecer un pack que aúne gastronomía, noche de hotel, viaje y plan (que aunque no lo crean, mucha gente viene aquí a consumir teatro, música, arte…).
Pero claro, para hacer todo eso, hay que tener una estrategia, una continuidad, una política a medio-largo plazo y la responsabilidad de saber que el dinero que gastas en campañas es público, y que debe repercutir no solo en generar imagen, sino en cambiar la precariedad del trabajador turístico y el chabacanismo del visitante medio.
Desgraciadamente, para planificar hay que tener criterio y capacidad de elegir, no vender cada año una milonga inconsistente que, con todos mis respetos, no puede competir con más de la mitad de los puestos de la feria.
Veréis como el año que viene, la historia se repite. Si me apuras, incluso las preguntas de la entrevista.
Deja una respuesta