El verano ya no es verano sin el Low Festival…
78.000 personas han dado fe de lo que Benidorm, y la música, aportan a la realidad de gente como yo, que pasa 8 horas aislado del mundo al día, para compensarlo con momentos como los que hemos vivido en la ciudad de los rascacielos, y las playas llenas, los últimos tres días.
Desinhibirse es sano, como también lo es actualizar tu colección de discos, descubrir nuevas sensaciones ocultas en un directo, o reencontrarse con la gente que ha marcado una parte de tu juventud, compartiendo contigo la evolución de eso que llaman indie español.
Por tres días, una pulsera azul arranca de cuajo los pesares de la monotonía y convierte tu vida en un Todo Incluido de sensaciones diversas, positivas que recargan tus pilas y ayudan a tu cuerpo a segregar las endorfinas suficientes para sobrevivir al mundo.
Era viernes, nos habíamos levantado a las 6.00 y teníamos el móvil lleno de mensajes de gente de Zumaia, Zaragoza, Teruel, Logroño, Madrid o Galicia. El simple hecho de pensar en el reencuentro, hace que sea difícil quitarte de la cara la sonrisa que evidencia la ilusión que te hace volver a abrazar a todos esos amigos, y recordar todos los buenos momentos hilados con música de los últimos 6 o 7 veranos.
Vera Green fue nuestra primera parada. La dulce chica de The Fingertips y sus cuatro guardaespaldas, armados con instrumentos, dieron color a una calurosa tarde de verano, convirtiendo un escenario pequeño, sin apenas gente, en un comienzo perfecto para una historia de tres días de felicidad.
Foto de Javier Photorosa |
Le paradis es un tesoro oculto para muchos, como para nosotr@s lo fue darnos de bruces con los vientos armonizando temazos como «Mating Song» o «Burning» ideales para sentarte sobre el césped, comerte un helado de Laneu y ver como Alicante, también, pega con los grandes festivales.
Eludimos el camino ácido del maestro Stanich y nos fuimos a ver a un grupo de Xativa llamado Testarosa. Con ellos, dimos rienda suelta a nuestra imbecilidad con un poco de Ruido, y nos regocijamos viendo como un «grupo pequeño» se comía un escenario grande con temazos como «Oh Nena» o «Novias de verano«.
Pero teníamos marcada en rojo las 20.35. Así que nos quedamos cinco minutos viendo como Ángel Stanich versionaba «en el río» del Maestro Miguel Rios y nos volvimos a nuestro refugio: El escenario Wiko a dar rienda suelta a la locura acumulada.
Nos pasamos toda la semana aconsejándoos que pusierais atención a la parte distorsionada del cartel, y no han sido pocos los que nos han dado las gracias por la recomendación. La esencia de la música es ese punto básico de efecto roto en una guitarra llenando los pocos huecos que deja un «tupatupa» acelerado de Batería. Si a eso le unimos un espontáneo saltándose el cordón de seguridad para berrear una canción, un oso panda yonki repartiendo Ginebra, a morro, a los 3componentes de la banda y un pogo a la vieja usanza, el resultado es: Placer, puto placer.
Hablando de regocijos y alcohol, nos pegamos una minicarrera para ver el final del concierto de la Maravillosa orquesta del Alcohol. Entre las camisetas de abanderado, el banjo y el acordeón, sólo faltaba un poco de paja para convertir el escenario Matusalen en un fucking granero americano.
La banda burgalesa siempre es un acierto, por su toque de folk diferente, y porque tiene una larga legión de adeptos que se vuelven locos recordando a Miles Davis y Jonnhy Cash.
Pero nosotr@s somos más de lisergia, así que nos tomamos el primer Jagger de la noche, con uno de los mejores conciertos del viernes, el de The Zephyr Bones.
Da gusto que gente tan joven sea capaz de hacer una música tan madura. Más que chilenocatalanes, parecen americanos y mezclan la frescura de canciones ideales para tomarte un mojito en la arena como «Black Lips» (uno de los mejores temas que se han publicado en 2016) o «Weird summer» con el puntito Big Star y cierto aroma setentero, que resulta, francamente, entretenido.
Love of Lesbian fue como un paréntesis de intensidad. Esta vez Balmes y los suyos no eligieron bien el repertorio. «El poeta Halley» no tiene el filón de discos pasados, pero bueno, un mal día lo tiene cualquiera.
León Benavente nos devolvió a la senda del vigor. La noche se puso caliente al ritmo que el pequeño gran hombre nos iba marcando desde el escenario. Lo tocaron todo: «ser brigada», «Gloria», «Ánimo Valiente»… mientras se metían al público en el bolsillo con la contundencia y la energía como argumento infalible. Daban ganas de lamerle las heridas, justo después de corrernos, a todos y cada uno de los presentes. La magnitud de la euforia fue tal, que si hubiera habido un stand con desodorantes se hubiera forrado con tanto sudoroso sobaco.
Tal era el subidón que pasamos de Belle & Sebastian (por lo que hemos leído, no fue una mala idea) y nos fuimos a acabar de darlo todo con Oblivians. Hay pocas oportunidades de tener para ti solo a una banda tan mítica. El escenario Wiko, más que del low, parecía del Fuzzville, o del Funtastic, Un lujo así, no se puede paladear todos los días, así que, ya que estábamos sudados, rematamos el encharque de la camiseta metiéndonos a la primera fila a saltar como posesos con temazos como «Bad man» o «Call the police«.
Y con la noche en plena ebullición, nos fuimos a ver a Belako. Los de Mungia han pasado de banda revelación a comerse a bocados todo lo que se les va poniendo por delante. Muchos dudaban de que pudieran hacer algo tan bueno como «Eurie», pero «Hamen» es igual, o mejor, y eso completa un directo único, espectacular que no tiene parangón en la escena alternativa de este país.
A «sea of confusion», «Track sei» o «Guk emanaz» añadieron una versión del «Paper Planes» de M.I.A que dejó boquiabiertos a todos los presentes. Ya dijimos hace dos años que el escenario pequeño no era suficiente para este cuarteto y, estamos seguros de que las cabezas pensantes del Low, les acabarán «regalando» una noche en el escenario Budweiser en próximas ediciones.
Tarareando «Sinnerman» nos fuimos al escenario Grande a empezar la parte bailable de la noche. Y no nos referimos a los Dj´s, sino a la electrónica pura, la de Hot Chip. Catar un pedacito de la prolífica escena londinense siempre es un lujo, y da gusto llevarle la contraria Ted Mosby y su teoría de que a partir de las dos de la mañana no pasa nada bueno bailando temazos como «Huarache lights», «Needs you know» o los, más míticos «ready for the floor» o «Over and over«. Y si a todo esto le unimos el akelarre de Was, los irrintzis, la siempre efectiva energia de Monarchy y la sorpresa de ver a Joni Antequera acompañando sus «chinches» pinchados por Elyella dj´s, no se puede pedir más.
Bueno sí, Los Nastys, capaces de convertir una noche perfecta en una noche de fantasmas digna de los mejores guateques ochenteros de Madrid.
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