Domingo, sí, domingo… 19 de febrero del 2017. Unos 200 exaprendices de flauta frustrados se reúnen en un teatro. La excusa no es desahogarse, sino un cambio de energía.
La entrada, en vez de un libro de autoayuda, incluye una apología de la vida dividida en 14 capítulos, más un epílogo sensorial que no encontrarás en ninguna consulta psiquiátrica, ni en un bar. El antecedente, 20 años de Standstill y, como maestro de ceremonias un tal Enric, de apellido Montefusco, escudado por 3 buenos amigos: Pere, Aleix (el leñador profesor) y Ramón que evidenciaron que tras la flauta, también hay vida.
La historia parte de La Meridiana, la cuna del artista y el nombre de su primer álbum en solitario. Un tren pasea su arte por Murcia, Granada… muchos kilómetros, muchas horas, pero cuando uno tiene la ilusión de la novedad no hay cabida para el cansancio, ni para las afonías, ni para dejar de decir lo que uno piensa, aunque el discurso se alargue convenientemente, porque hay letras que tienen un significado propio y personal que sólo quien las ha escrito puede desvelar.
Quizá por eso, la historia empezó con una invocación, un adiós para aparcar el rencor, el cansancio y otras sensaciones derivadas del hastío de las cosas que duran muchos años. La luz tenue, fue transformándose en brillo, el acordeón era la nostalgia y el violín le daba el toque naranja al anochecer sin sol en el teatro.
«Éso era suficiente«, pero ya que estábamos, nos sumamos al hecho de abrir el alma. La utopía del «todo para todos» se hacía realidad. Los partos sin llanto, zapatos que no dan mucha pena, epitafios con letras legibles y, sobretodo, el vuelo alzado que hizo que Enric y sus acordes se enervaran y el público asumiera como propia la colleja a tiempo.
El onanismo sonó como un «buenas noches» encubierto, antes de que el gol en Las Gaunas fuera el punto de partida imprevisto de la sorpresa de que alguien recuerde a las putas Mama Chicho tantos años después (y no es el único).
Así es la vida sin sonetos, la plena, la que hace que te cagues en la puta madre de quien te amarga la existencia. Incluso éso se puede bailar, aunque sea ortopédicamente. Tal vez esa sea la mejor manera de perder la pertenencia, de no ser uno de nosotros, sino uno de mí mismo, y aunque estés bien, cedes tu corazón a la Diana de turno y describes el amor como te sale de los cojones, con lo poco que sabes y lo mucho que se aprende compartiendo las cosas con el náufrago que, al menos, trata de entenderte para poder «salvarte».
El círculo se cierra con otra invocación. Y ya relajados, con el helicon (creo) del maestro del Blanco como atractivo, abrimos un espacio al recuerdo de Standstill en modo Charanga, Enric despliega los restos de su voz, para responder a la llamada a deshoras que tantas veces abrió nuestras sesiones nocturnas. Y la gente aplaude antes de descubrir que todo es mentira (versión Albert Plá) o irónico, como el hecho de cantarle a Bonaparte en esta ciudad caracterizada por ir siempre hacia adelante, o hacia afuera, al Hall, donde la fiesta terminó (para variar) en voz baja, con un abrazo sin brazos y la delicadeza subida a una silla, acompañada por la sensibilidad de un entregado público rodeando los sueños con letra de la terapia número 2, del Atiende Alicante 2017.
El próximo capítulo se escribe el 19 de marzo, en el mismo sitio pero con un argumento más terrorífico y una banda sonora estruendosa de Rock Progresivo e improvisación a cargo de MKM. Las entradas ya están a la venta por 10€ AQUÍ y si queréis más información, la podéis encontrar en este enlace: https://alicantelivemusic.blogspot.com.es/2017/01/atiende-alicante-2017.html#more
Deja una respuesta