El miércoles es un día ideal para probar cosas diferentes. Así que me he pasado por el estreno del Club Escucha del IAC Juan Gil-Albert.
El concepto es simple, Ana Lledó e Iván López eligen un disco (en este caso el primero de The Go Go`s), lo conceptualizan musical, social y culturalmente y luego inician un conato de conversación en torno a lo que han explicado. Una especie de día bueno del programa Sofá Sonoro, pero cara a cara y en un corrillo diverso en gustos y edades.
Me voy a ahorrar más parte descriptiva, porque si os quedáis con ganas de vivirlo, el último miércoles de abril repiten experiencia con The Beach Boys como epicentro de la historia.
Simplemente, os voy a decir 5 razones por las que yo, al menos, voy a volver:
- Porque por mucho que creas saber de música, siempre hay algo que se te pasa. Incluso de los entresijos de tus discos, y grupos, favoritos.
- Porque está bien obligarse a dedicar una hora (aunque sea al mes) a algo que te gusta. Y está mejor aún que ese algo, aparte de ilustrativo, sea compartido con alguien (porque si te fijas, fuera de lo gastro-ocioso, nos hemos vuelto un poco onanistas).
- Porque fuera de los directos, mi música siempre ha sido mía. De hecho, creo que ha sido una sensación compartida por muchos de los presentes, que cuando sonaban las canciones les faltaba espacio para expresarse como si no hubiera 50 personas alrededor. Ha sido extraño.
- Porque esa experiencia es gratificante. Entre otras cosas porque te hace ver una parte de todos esos bailes no bailados, esas historias no contadas y esos recelos que todos tenemos, personificados por un movimiento sutil de hombro o de pie.
- Porque deberíamos escuchar más. Sobre todo, buena música. Pero, también, a gente que tiene cosas interesantes que aportarnos.
Fuera de eso, parar el día una hora, me ha transportado a todo aquello que para mí significan «This Town», «How much more» o «Can´t stop the world». Ahora no están en mi repertorio de escuchas habitual, porque forman parte de una parte muy concreta de mi vida, en la que los discos te comían a ti, y no al revés. En los que no pasabas las canciones y el hecho de escucharlas enteras las acababa relacionando con cosas muy determinadas. Aquí nadie entenderá que para mí «las Gogós», sean el sol de uno de los muchos días lluviosos del verano norteño. Porque hay música más asociable al sol, pero como mi música es mía, yo decidí que ésta, Elia y Elizabeth o Fórmula V fueran mis putos veranos post-adolescentes.
Volviendo a la Casa Bardin… la timidez nos ha perdido a todas un poco. Como públicamente han sido nombrados The Motels, Devo, Suzi Quatro, Karen Carpenter o The Shangri-Las… cada cual habrá hecho su particular acopio de memoria en fuero interno. Y eso también es bueno, en estos tiempos en los que estamos más «apollardados» de la cuenta.
No sé el resto pero yo estoy en plena fase de acumular más cosas de las debidas en la punta de la lengua y aguantar un exceso de necios que tiran de verborrea pedante, ignorando que en el hecho de rebatir, pierdes el don de escuchar. No digo oír, digo pararte a escuchar.
Y ahí, tras interiorizar la contextualización y ojear unos tebeos que iban con la trama, debo reconocer que lo que más me ha gustado de todo ha sido tener que correr a mi casa a obligarme a escuchar el disco entero mientras escribo esto. Sigo, figuradamente, en mi playa, con lluvia, con olas… pero hay un sitio en la arena, para un puñado de cómics, Josie and the Pussycats, un poco de feminismo, la ensoñación del primer concierto de quien pone la banda sonora y la idea de que del horizonte, el olor británico me acabará de ratificar que aunque cambie el contexto, y los tiempos, esto no se pasa de moda. Sigue(n) molando.
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