Mi abuela decía que «No está bien dejar las cosas a medias» y tenía toda la razón. Ni te puedes comer unas lentejas que no han estado el tiempo preciso al fuego, ni puedes mirar a la cara a tu pareja si no has terminado la faena como es debido.
Pero bueno, como los americanos tienen otra ética y una visión algo diferente de estas cosas, aparte de la comida de bote y los masturbadores, inventaron el «to be continued» para que cuando los compromisos se te acumulan o el reloj no te deja tiempo suficiente para cumplir como es debido, quede una puerta abierta a futuros desenlaces, compensaciones o, en este caso, crónicas completas. Para todo lo demás están los diamantes 😉
Qué ¿por qué digo todas estas tonterías? porque mis amigos Anita Antón e Iván Serrano, alias los Ivanitas, presentaron el viernes pasado en el Taller tumbao un nuevo disco en directo llamado «Habitantes de lo nuestro». No me pude quedar a todo el concierto, pero sí que me dio tiempo a llevarme un ejemplar firmado del cd. Hecho que me hace una ilusión bárbara. A parte de porque admiro a los firmantes, por el mensaje a lápiz que escribieron sobre la parte superior del disco.
El concierto, seguramente, estuvo bien, porque a estas alturas he visto ya unas cuantas actuaciones de este par de artistaz@s. Y además Billy se afeitó y tó para la ocasión (Tus huevos ahí) y aunque los que saben de moda dicen que los cuadros y las rayas no concuerdan bien, las voces y los acordes no entienden de supuestos.
A mí me dio tiempo a tan poco, que hasta el portero se apiadó de mí y me devolvió el importe de la entrada. Pero sí que llegué a ver una presentación con acento andaluz que estuvo muy atinada definiendo al loco como «la lírica» y a la bella de La Foia como «la luz«.
De esa combinación, evidentemente, la energía fluyó como en aquella clase de filosofía en la playa en la que conocí el particular talento de Iván. Entendí que el concepto de tántrico, que yo tuve durante tantos años, poco tiene que ver con el capullo de la canción de Anita.
Lo curioso fue que me fui con un comienzo de canción que venía que ni pintado: «dejaré que te marches sin mirar atrás» y así, mirando hacia adelante, que es para donde hay que mirar casi siempre, me quedé con las ganas de escuchar Palestina, Chiribibaum (ya me lo he aprendido), la receta de la felicidad y esos temazos por descubrir, que dejaré para cuando haga caso a mi abuela y no deje a medias cosas tan buenas como un concierto de los Ivanitas.
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