Hay gente en
Alicante a las que no consigo ver en directo, aunque me muera de ganas. Uno es
Xeco Rojo, que siempre me coinciden sus conciertos con un millón de cosas. La
otra es, bueno, era, La chiado con Manuche.
Alicante a las que no consigo ver en directo, aunque me muera de ganas. Uno es
Xeco Rojo, que siempre me coinciden sus conciertos con un millón de cosas. La
otra es, bueno, era, La chiado con Manuche.
Tuve la
ocasión de escuchar a Raquel por primera vez en el Ocho y medio, a puerta
cerrada. Fue el 29 de Marzo de 2014. Mundo Chillón y ella charlaban sobre
música, sobre composición. Y, entre cervezas y cigarillos, se pasaban la
guitarra, tocaban y cantaban mientras yo, todavía tímida, orgasmaba ruborizada
en silencio.
ocasión de escuchar a Raquel por primera vez en el Ocho y medio, a puerta
cerrada. Fue el 29 de Marzo de 2014. Mundo Chillón y ella charlaban sobre
música, sobre composición. Y, entre cervezas y cigarillos, se pasaban la
guitarra, tocaban y cantaban mientras yo, todavía tímida, orgasmaba ruborizada
en silencio.
A Manuche
también lo había visto en solo una ocasión. Fue el 24 de Enero de este mismo
año, que participó de manera fugaz en un concierto de Anita Antón, en
Villavieja6.
también lo había visto en solo una ocasión. Fue el 24 de Enero de este mismo
año, que participó de manera fugaz en un concierto de Anita Antón, en
Villavieja6.
El viernes
pasado, por fin, los vi juntos re-presentando “Gerundios”, disco que sacaron
antes de verano. Durante los primeros temas era incapaz de relajarme: ¿a qué?, o ¿a
quién se parecía la música que allí sonaba? En algún momento me venía
“Esclarecidos”, pero también resonaba en mi memoria musical Amparo Sánchez, o
la guitarra y melodías de Tulsa. Uff, qué estrés.
pasado, por fin, los vi juntos re-presentando “Gerundios”, disco que sacaron
antes de verano. Durante los primeros temas era incapaz de relajarme: ¿a qué?, o ¿a
quién se parecía la música que allí sonaba? En algún momento me venía
“Esclarecidos”, pero también resonaba en mi memoria musical Amparo Sánchez, o
la guitarra y melodías de Tulsa. Uff, qué estrés.
Por fin, con
la aparición del ratoncillo de “Me voy a la cama”, conseguí relajarme y
abandonarme por completo a lo que allí estaba sucediendo.
la aparición del ratoncillo de “Me voy a la cama”, conseguí relajarme y
abandonarme por completo a lo que allí estaba sucediendo.
A Raquel no
le gusta explicar sus canciones, tampoco
le hace falta. Y puedes entender las letras o no, que te atrapa igualmente. Su voz grave, los
giros que hace con ella, la variedad de colores que tiene, su presencia, la
interpretación a nivel gestual, su poesía, su humor… Si a todo esto le añadimos
la guitarra de Manuche, capaz de crear climas y atmósferas llenas de matices
que nos envolvían a todas las personas
allí presentes, el resultado es brutal. Un concierto justo en su duración,
limpio, sin florituras. Da gustito encontrar algo así y tenerlo tan cerca y
accesible; aunque me haya costado año y medio!!
le gusta explicar sus canciones, tampoco
le hace falta. Y puedes entender las letras o no, que te atrapa igualmente. Su voz grave, los
giros que hace con ella, la variedad de colores que tiene, su presencia, la
interpretación a nivel gestual, su poesía, su humor… Si a todo esto le añadimos
la guitarra de Manuche, capaz de crear climas y atmósferas llenas de matices
que nos envolvían a todas las personas
allí presentes, el resultado es brutal. Un concierto justo en su duración,
limpio, sin florituras. Da gustito encontrar algo así y tenerlo tan cerca y
accesible; aunque me haya costado año y medio!!
Desde el
viernes llevo el disco en bucle en el coche, y ahí voy: fracasando en el
intento de llegar a los gorgoritos de Raquel. Eso sí, me lo paso en grande.
viernes llevo el disco en bucle en el coche, y ahí voy: fracasando en el
intento de llegar a los gorgoritos de Raquel. Eso sí, me lo paso en grande.
Raquel Martín dice
Muchísimas gracias por dedicarnos este espacio y por todo lo que dices. Así da gusto y así entran más ánimos de seguir siendo ;). Un abrazo!