La teoría de los políticos es fomentar la bicicleta. La realidad es ésta: «Nena, acompáñame a decathlon que tengo que cambiar el traje por un chándal de domingo para hacerme la foto con los tipos estos que van sobre ése vehículo de 2 ruedas ¿cómo se llama? ehhhhh, ahhhh sí bicicleta».
Para un domingo es un buen plan ¿no? y para que no se noten todas las carencias de esta ciudad, vamos a joderle a tod@s l@s que tienen padres y suegros en el Cabo o en Historiador Vicente Ramos, o los que quieren aprovechar el día de playa cortando toda la N.322, porque si nos ponemos a subir los «subeybajas» del centro de Alicante, igual nuestra flamante camiseta transpirable fosforita nueva no queda tan bien en la portada del Información.
Yo a eso le llamo hipocresía. Y os lo dice alguien que tiene dos bicis de paseo monísimas muertas de asco en el desván, porque sacarlas por el centro de Alicante es un deporte de riesgo. Ya no por las cuestecitas y mi aguante de viejo, sino porque ni hay educación para respetar al ciclista, ni carriles bici, ni nada que haga que me tiente quitarle el polvo a mi cavallino rampante. (Bueno sí, por fin hay un camino «seguro» (y a medias) hacia Arenales)
La última vez que lo intenté, tuve que bajar andando hasta Alfonso el Sabio, convencer a un autobusero de que montar la bici en su vehículo, más que una cuestión de gusto (o dar por culo) era un motivo de seguridad, porque si el centro es un peligro, mejor no hablar de la Avenida de Denia.
Ya en la playa, había zonas prohibidas para bicicletas, los carriles bici eran la representación más gráfica que he visto de la intermitencia, casi me matan 3 veces. Casi atropello a 2 niños, 3 viejos, un maleducado que, encima, me persiguió como si fuera un caminante blanco de Juego de tronos.
Al final hice deporte, sí, de riesgo. Pero al ir a candarla, me pregunté ¿dónde? y la morriña me llevó a recordar los sistemas de alquiler de bicicletas de Barcelona, Amsterdam… o lo que es lo mismo, el civismo que aquí está aún por madurar.
Incluso recordé un caso famoso de un alcalde calvo y socialista, como el de Alicante, llamado Odón, que puso «bidegorris» hasta en el paseo de la Concha. Y que cuando estrenaba uno y cortaba las calles más importantes de la ciudad, tenía un concejal de tráfico que se preocupaba en no poner una concentración de motos clásicas en la vía alternativa y mandaba a unos cuantos policías a informar qué calles estaban cerradas o a dirigir el tráfico para solucionar el desaguisado típico del caos derivado de la desinformación.
En definitiva, más militancia y menos postureo. Ser ciclista es una convicción y si los que se sacan la foto hicieran el ejercicio de ponerse en nuestra piel de vez en cuando, sabrían que las semanas de la movilidad son todo el año, que poner un sistema de alquiler de bicis para los ciudadanos es una buena idea, y que si no lo haces por tu salud, hay que hacerlo por tu planeta y por la libertad que da poder montar en bicicleta por las calles de tu ciudad.
Damaris dice
Me ha encantado el artÃculo, enhorabuena 😉