A partir del 15 de junio, La Comunidad Valènciana dará ayudas de 75 euros para comprar bicicletas y patinetes y 250 para bicis eléctricas. La medida no viene sola, ya que Ximo Puig anunció «acondicionamientos de itinerarios ciclistas cotidianos» con la idea de impulsar «el uso de vehículos individuales ecológicos y reanimar el consumo en el pequeño comercio».
Parece que no todo es malo en este comienzo de desescalada post-pandemia y que el Tripartito le ha dado al magín para cambiar algunas cosas en este desconocido futuro inmediato que se avecina.
Resultaba ridículo que en esta tierra con sol 9 meses al año, nadie hubiera pensado en el transporte sostenible. Que los carriles bicis fueran un Guadiana sin sentido entre cuestas, saturación de coches y centros superpoblados con emergentes zonas azules, naranjas y de todos los colores (menos blancas).
Sí, es cierto que un día al año, los políticos se hacen la foto de rigor y cortan las calles, para que parezca que vivimos en ciudades «potablemente ecológicas» que potencian los traslados sobre dos ruedas. Pero se acumulan los fracasos en las bicis de alquiler públicas, los trazados se quedan a medias entre elección y elección y sólo asociaciones como Alacant en Bici se encargan de reivindicar que sin coches, estos días, ha habido un 72% menos de comunicación, hemos ganado espacio público para las personas, hay menos ruido y, sobre todo, liberamos más endorfinas y serotonina (además de hacer ejercicio) y ahorramos una pasta en gasolina, parkings…
Ojalá el rollo calara en unas cuantas mentes cerradas, que hubiera cierta unanimidad política, como la hubo, por ejemplo, en la Donosti de Odón Elorza, y lo que pretenden sea la cuna de la tecnología, dé un paso hacia el futuro primando, también el transporte en bicicletas, patinetes, autobuses, trenes y tranvías.
Obviamente, un trazado no es más que el principio, viendo la falta de conexiones de transporte público o la ausencia de sitios donde candar nuestras bicis. Pero aparcar los coches, o pensar en la tendencia que dice que los jóvenes de hoy no tienen carné de conducir puede acercarnos a ciudades menos sobresaturadas y más limpias.
Los que viajamos nos hemos movido sin humear la atmósfera por ciudades 10 o 15 veces más grandes que Alicante o Elche. Así que si bajo la lluvia de Londres, el caos de Bangkok o la nieve de Estocolmo es posible, ya me dirán porque en esta tierra soleada no nos hemos planteado hasta ahora recurrir a las dos ruedas para ir a trabajar, a comprar el pan o a quedar con los colegas.
Veremos si este principio, pobla de candados los centros y los barrios, de las ciudades y los pueblos y es verdad éso de que el Covid-19 va a servir para acercarnos a conocer un mundo un poquito mejor que el que teníamos.
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