Aunque much@s no lo sepan aún, esta web es un espacio abierto a la reflexión. Por desgracia, como gran parte de lo que surge en Alicante, pecamos de endogamia, no porque lo queramos, sino porque la pereza es el pecado más extendido en esta «bendita» provincia. Y ésta, ligada al egoísmo que somete a la sociedad actual, nos priva de centenares de reflexiones que aportarían muchas cosas al funcionamiento de la cultura desde dentro y desde fuera.
Así que, por enésima vez, voy a poner mi opinión al servicio de la realidad cultural, contando en primera persona, mi paso circunstancial al lado del artista.
No creo que a estas alturas, me pueda considerar un músico. Ya que, entre otras cosas, llevo 10 años sin publicar cosas nuevas, se me ha olvidado tocar el 50% de las canciones que he compuesto en mi vida, reconozco que no soy un buen guitarrista y escénicamente, el concierto del domingo evidencia que se me han olvidado unas cuantas pautas básicas de contagio corporal y visual.
Pero justamente eso, equilibra la balanza que me permite tener unos mínimos para juzgar lo que veo. Y siendo sincero, y autocrítico, me vale para medir la realidad de muchas propuestas que me llegan, con más ego que talento, creyendo que vale todo porque es alicantino, o porque ellos creen que es música, o teatro, o cine.
Pero no… lo respeto, pero siento tener que poner un listón que tus amigos y familiares no ponen. Y lo digo sin nombres y apellidos, para ver si alguno, hace un poco de autocrítica. Y piensa que, a veces, la saturación, más que servirte de trampolín, te hunde. O que para ser artista, hay que formar parte de un ecosistema y, a veces, o muchas veces, más bien, aparte de cantante o actriz, viene bien cambiar de rol y ser público, juez, oyente o aprendiz.
Conscientemente, elegí la que para mí, es la mejor sala de conciertos de la provincia. El contenido es subjetivo, pero el modo de crecer de la Sala Euterpe es proporcional a la adaptación que Fran y Raquel han tenido a lo que es la gestión cultural y a su relación con lo que el público demanda. Por algo, más de 50 artistas eligen tocar allí cada año. Porque hay un equilibrio entre lo que aporta la sala y lo que el artista debe «tributar». Porque la venta de entradas es un proceso que empieza el día que te confirman la fecha y acaba en el momento que pasas la factura del bolo. Entre medias, hay promoción, comunicación, un cartel hecho casi a la vez que se confirma la actuación, una programación de la que formas parte y un espacio propio (la web) a la que la gente puede dirigirse para comprar entradas, resolver dudas, etc.
El equilibrio, justamente, llega en la relación entre lo que ellos venden, y lo que tú vendes. Algo que parece obvio pero que aquí, no sé bien porqué, cuesta asumir.
El siguiente punto a tratar, derivado del anterior, es la relación con los medios. Ahí, Euterpe, la Sala Marearock y pocos más, tienen el punto de comunicación necesario para que una programación tenga sentido. Cuesta poco elaborar, a medias (entre promotor y artista), una nota de prensa especificando qué, cómo, cuándo, dónde y por qué va a pasar. Y esa información, trasladarla a quien puede ayudarte a llenar la sala. En esta provincia, somos (contados) 5 medios específicamente culturales. Más el Información y los generalistas. Cada uno publica lo que quiere, o lo que puede. Pero sin ser artista, mi concierto fue publicado en los 5, más el eco en alguna radio y alguno de fuera del área de influencia… y no porque sea periodista, sino porque yo, o la sala, nos encargamos de darles la información mascada.
Porque, a veces, tener constancia de lo que haces, y poder enlazar tu propuesta a lo que dicen los medios, tiene un valor, que por desgracia, el 90% de los artistas de aquí no entienden… como demuestra el hecho de no haber recibido ninguna reseña previa, o información, de casi ninguna de las más de 100 cosas nuevas que se han publicado en Alicante este 2023.
Acabo con el público. Personalmente, había olvidado la tensión que genera tener que esperar hasta última hora lo que supone que, otra vez, el 90% de la gente, decida en el último momento lo que va a hacer a la hora que tocas. En la parte periodística, tengo constancia de la cantidad de funciones y conciertos que se suspenden porque, a 3 días vista, no se han vendido entradas. Y lo que jode que una vez anunciada la cancelación proliferen mensajes tipo «si me hubiera enterado…» o «si yo iba a ir». ¡coño! si vas a ir, compra la entrada. Y el resto, son excusas vanas, porque quien quiere se entera. Aunque es obvio que el nivel de retentiva es preocupante, viendo la cantidad de veces, que cartel mediante, he tenido que contestar, a cuándo o dónde tocaba.
Yo no soy quien para reprochar ausencias. Porque si alguien conoce la variedad de planes, soy yo, que irónicamente, hasta tiro piedras contra mi tejado, fomentando que vayas a ver a Julia (que toca a la misma hora que yo), a los espacios de arte abiertos, a Tarque o a Quique González. Ante ellos, yo solo tengo la carta, de que lo mío sólo ocurre una vez cada lustro. Quien me quiere lo entiende, y ojalá hubiera despertado más curiosidad entre el resto. Porque soy el primero que cada día tiene que elegir entre 10, 30 o 50 cosas diferentes, que más o menos, suceden a la misma hora.
Por eso, cierro esta primera parte «crítica» de la experiencia, aprovechando la suerte de tener este espacio, para agradecer personalmente, uno a uno, la presencia de las 40 personas que se tomaron la molestia de venir a verme un frío domingo de diciembre. Y a las 20 personas que sin tener porqué, justificaron su ausencia.
(continuará…)
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