Tras cuatro años de actividad en Alicante, Pynchon&Co se ha convertido en una de las librerías con mayor proyección de la ciudad. Aquellos que la frecuentan asiduamente y han hecho de ella su “librería de cabecera” tienen bien claro que este es un oasis en medio del desierto. Es innegable que la oferta librera en Alicante no es escasa, existen otras librerías de toda la vida y grandes superficies acechan en las inmediaciones pero el que se enamora, no lo puede evitar y solo quiere reencontrarse con el motivo de sus suspiros.
Mantener a salvo la fortaleza de esta esquina en la calle Poeta Quintana es una batalla que no están dispuestos a perder. Hemos pedido a sus cuatro valientes que hagan balance y nos cuenten su historia, sus impresiones y todo aquello que les sigue motivando para mantenerse al pie del cañón.
Ellos mismos se definen como «unos apasionados de la literatura». Celia se encuentra al frente, dirigiendo con mano diestra y acierto la nave, valorando enormemente la labor de Pepe y Toni, auténticos libreros sin los que no sería posible recorrer un camino tan difícil. Mientras que a quién no solemos ver es a Manu, que “en la sombra” actúa con diligencia para evitar que la máquina se pare.
-Habladnos del premio Imagen y Comercio que recibisteis el 29 de febrero ¿qué representa para vosotros?
Francamente, casi no podemos asistir a la gala de entrega de premios. Habría sido digno de nuestro nombre puesto que Thomas Pynchon no fue a recoger el National Book Award. Evidentemente, todo degenera y ahí estuvimos nosotros recogiendo un premio inesperado y que supone un reconocimiento al esfuerzo que hicimos en la reforma y decoración del local.
¿Cuál diríais que es el mayor obstáculo que os encontráis para que el negocio sea rentable?
Manu opina que el principal obstáculo es el bajo margen que corresponde a la librería por cada libro vendido, un 30% bruto. Además, hay que tener en cuenta que hoy el libro es una mercancía más y se trata industrialmente. Si no compartes esta concepción, como es nuestro caso, hay que hacer malabares para disponer de un fondo digno y recibir la mayor parte de novedades. Esto supone una inversión en capital circulante muy elevada, gastos de gestión y administración y espacio físico abundante. Toni añade que la gestión densa y embarullada entre distribuidores, editoriales y librerías es demasiada intermediación y eso hace difícil la plasticidad y fluidez como respuesta empresarial. Por otro lado, las tendencias y los competidores externos -muy favorecidos por el consumo de masa- restan capacidad de negocio. Contra la competencia de grandes superficies, poco podemos hacer –comenta Pepe, así también influye los bajos índices de lectura, a pesar de ver en la calle gente leyendo y escribiendo algo en el móvil, es difícil cuantificar hasta qué punto se leen libros.
– ¿Cuál podríais decir que es la media de libros que una persona compra al mes?
A lo largo de una jornada pueden entrar en la librería una media de 50 personas, eso no quiere decir que todo el que entra compra, por ello es complejo medir la cantidad de libros vendidos, ya que puede oscilar, pero un cliente bien atendiendo, vuelve. Esa es la clave. Aunque lo cierto es que los datos publicados anualmente pueden ser desmoralizadores, ya que se estima que la gente lee menos de un libro al mes. Sin embargo, se ha de tener en cuenta que el lenguaje como instrumento cultural ha perdido frente a la imagen, y eso ya se consuma en el siglo XX. Se suele apreciar un incremento en las ventas durante la Navidad y el día del libro; por el contrario, julio y agosto se nota cierto bajón…
-¿Cuáles son los temas o géneros más buscados o comprados por vuestros clientes?
A nuestra librería vienen a buscar libros de todo tipo, en especial aquellos que no son novedades rabiosas, aunque solemos tenerlas. La novela es el formato rey, aunque sorprende la cantidad de ensayo que se lee. También destacaría el peso del libro infantil.
-¿Pensáis que el formato papel tiene futuro? ¿El formato digital es una amenaza?
Cualquier fantasía distópica sobre la domesticación del ser humano es una broma comparada con la realidad –considera Manu. No me refiero solo a las clásicas 1984 o Un mundo feliz que contienen la belleza de la ingenuidad del autor investido de profetismo cuya denuncia aspira a modificar un estado de cosas. Más bien me preguntaría sobre el valor actual de las pretensiones de emancipación del ser humano, de pensar y practicar la libertad, de la posibilidad de construir comunidades políticas inclusivas. Y, francamente, no sé si mi respuesta es muy optimista. En consonancia con lo anterior, Toni remarca: los formatos digitales son muy recientes, el papel tiene miles de años y se presta a una humanización cooperante. Con el paso de varias décadas no tengo tan claro el futuro de uso, ya hay una generación ajena al papel. He escuchado a no pocos clientes decir, “compro libros porque un día desaparecerán”. Pepe aporta una visión más tibia: cuando surgió el libro digital voces apocalípticas anunciaron el fin del libro en papel, pero ambos formatos tienen su función y su espacio, que cada uno elija. Como decía Fernando Iwasaki «¿quién soy yo para juzgar a quien prefiere el libro en e-book y el vino en tetrabrik?» A mi modo de ver el pc te domestica, el libro te acompaña, concluye Toni.
-¿Qué puede facilitar que el cliente se sienta más atraído por comprar en una librería de barrio o en una gran superficie?
Coincidimos en que la mayor baza con la que contamos es la cercanía con el cliente. Somos un equipo de cuatro personas con intereses muy distintos que se reflejan en nuestras lecturas. Lo que no sabe Manu lo sabe Celia. Lo que no sabe Pepe lo sabe Toni. A los clientes les gusta que les recomienden y nos consta que están muy satisfechos con el trato que les proporcionamos, perciben la pasión de las personas que allí trabajamos. Es una parte fundamental. Celia, Pepe y Toni son libreros de pura raza. Aman los libros, tienen un buen criterio, recomiendan con humildad y, lo más importante, aprenden de los clientes. El momento en que leemos el libro que nos recomienda un cliente con entusiasmo es mágico –elogia Manu. Una librería independiente como esta es la concreción de una concepción política, social y estética distinta de la que supone una gran superficie. Entiendo que es una decisión libre y consciente del consumidor acudir a una u otra. A nosotros nos hace felices un lector feliz.
-¿Nos recomendáis algún libro?
Los asquerosos, de Santiago Lorenzo; un clásico instantáneo, un antídoto contra la tontería imperante, una celebración del lenguaje y de la vida, además de ser profunda y rabiosamente divertida. También recomendamos 2666 de Bolaño, una joya. No podemos dejar de recomendar ‘Gegants de gel’, una novela como hacía tiempo que no leíamos o la poesía de Wislawa Szymborska.
-¿Pensáis que las editoriales en los últimos años han puesto más empeño en publicar con cierta calidad?
Sin duda. En la última década han surgido en España un buen número de editoriales con un nivel altísimo. Hay editoriales que realizan una labor titánica. Y no hablamos solo de la calidad del contenido (hay muchísimos títulos imprescindibles al alcance, quizá incluso se publica demasiado) sino del libro como objeto: diseño de portadas, tipo de papel, importancia de las traducciones… El mundo editorial ha ganado en esteticismo y calidad global. Dan más y más bello.
-Las librerías sin autores no tendrían nada que vender, ¿creéis es equitativo el reparto de los beneficios entre autor, editorial, distribuidor y librería? Más o menos, ¿cuál es el margen de ganancia en la venta de un libro?
En absoluto, el reparto es autor 10%, editor 30%, distribuidor 30%, librería 30%. Es así por Ley. Obviamente, el autor aparece maltratado. Hay autores de una calidad elevadísima, sin duda, pero que hablan con resignación y tintes estoicos acerca de su labor, que no trabajo. Pocos viven de esto. Lo ideal sería que hubiera más lectores. Es una tarea compleja, el libro compite con otras opciones de ocio más inmediatas. La distribución ocupa la parte central del negocio, ganando 3 o 4 veces más que el autor por cada libro vendido, indicador de que algo no está funcionando correctamente.
-España contiene un gran patrimonio cultural ¿pero creéis que la gente y las instituciones lo valoran como es debido?
En España das dos pasos y tienes una historia que se remonta miles de años atrás. Quizá tengamos demasiado patrimonio cultural y de ahí nace la tendencia a considerar nuestro pedazo de tierra como el más singular y digno de protección. Nuestra relación con la cultura es difícil –Manu continúa añadiendo: A diferencia de países como Francia o Inglaterra, donde poseer una cultura media es casi una obligación, en España las élites han despreciado la cultura de manera sistemática, hacen gala de parecer llanos y cercanos a su idea del pueblo, pero en realidad desprecian a todo aquel que consideran inferior a sí mismos por un clasismo insultante, presentándose ante el público como personajes esperpénticos, se impone el taco, el lenguaje malsonante, las bromas sexuales, el fútbol como religión y el desprecio olímpico por la cultura. Por otro lado, se ha temido a la cultura, tratando por todos los medios de degradar la educación pública. Parece que en España tenemos una curiosa manía por quitar importancia o menospreciar lo nuestro… No valorar las raíces, la herencia recibida, los grandes nombres de nuestra cultura, es ser directamente un cínico y un inculto –sentencia Toni.
-¿Cómo podrían apoyar más activamente a la cultura? ¿Qué se podría mejorar?
Cada uno ha de hacer lo que esté en su mano. En nuestro caso lo intentamos con las herramientas que tenemos: recomendando libros, ofreciendo nuestro espacio para actividades que creemos interesantes y enriquecedoras (presentaciones de libros, clubs de lectura, tertulias…) Fuera de nuestro alcance, si se financiara adecuadamente la educación pública, sus instalaciones y profesores (que merecen que les suban el sueldo) se estaría apoyando directamente el interés por la cultura. Las administraciones deberían ser conscientes de la riqueza que supone tener librerías independientes (y tiendas de discos, galerías de arte, etc) en las ciudades, y no solo grandes superficies. Pero no parece que el reconocimiento y puesta en valor de espacios culturales haya sido nunca una prioridad en Alicante. Las instituciones deberían entender que sus comercios radicados, fuera del globalismo liberal, son las “venas del cuerpo urbano”, por ahí viajan muchos nutrientes que hacen la ciudad un hábitat vivo. A nivel individual cada uno debería preocuparse por enriquecer su educación, leer más, escuchar música y fomentar la curiosidad por el aprendizaje, así como darle normalidad a la diferencia.
-¿Vale la pena asociarse entre libreros? ¿Limita o abre puertas?
Para responder a esa pregunta debería exponer un proyecto, unas ideas claras sobre la importancia de la unión de las librerías independientes –dice Manu. Nuestra experiencia en este punto no ha sido positiva. Abrir una librería a contracorriente no fue muy bien recibido por algunos actores. Cuando abrimos, estuvimos tres meses sin recibir libros de una distribuidora local. Hay varias anécdotas en este sentido que es mejor no mencionar. Pepe y Toni recalcan: el trabajo en equipo, el asociacionismo, siempre que no suponga una pérdida de libertad (lo cual es mucho suponer), vale la pena. La falta de gremialismo impide que gocemos de identidad grupal, y sin respuestas colectivas siempre somos más pequeños.
-¿Qué opináis de la conexión de la literatura con otras artes? ¿De qué manera lo fomentáis vosotros?
Todas las artes, queramos o no, están relacionadas. No entendemos la realidad como una serie de compartimentos estancos. El cine, la música, la pintura, están en nuestras vidas tan arraigadas como la literatura. Por ir a algo concreto, en los últimos meses algunas de las presentaciones por las que más hemos apostado y que más éxito han tenido han sido de libros dedicados al cine, a la música o a la fotografía. La librería que no se transforme en un centro cultural tiene mayor probabilidad de desaparecer. Nosotros promocionamos activamente actividades que no tienen hueco en otros espacios. Desde un principio apostamos por este modelo y con alguna modificación seguiremos con él.
-Tenéis en marcha un proyecto ilusionante ¿nos habláis de él?
¡Claro! En breve nos trasladamos a otro local. Fue una casualidad. Necesitábamos ampliar la superficie de la librería por varios motivos. Tratamos de alquilar un local anejo. Además, vencía el plazo del contrato de arrendamiento. Hubo un momento crítico, en el que parecía que no podríamos hacer nada. Entonces apareció una oportunidad magnífica, un local cercano, accesible, en una sola planta. Es un espacio de 400 metros cuadrados donde ampliaremos el número de libros, habrá una cafetería, una tienda de vinos, un jardín exterior, zona infantil, salas para talleres de escritura, zona de proyección de películas. Es un proyecto magnífico que podemos llevar a cabo gracias a la confianza que han mostrado nuestros clientes.
Las chispas de emoción en la mirada de estas cuatro personas hacen que sintamos el calor de la Librería Pynchon&Co como parte de nuestro palpitar. Se despidieron valorando el espíritu de equipo que hay entre ellos como piezas de un engranaje único en el que los unos sin los otros no podrían funcionar. Mencionando el apoyo de su familia, Manu resaltaba que «siempre estaré agradecido al apoyo de mi madre, mi tía Isabel y Celia. A Jesús que nos ayudó mucho y a Pepe y Toni, que trabajan cada día con entusiasmo»
Para ellos «lo mejor de trabajar en Pynchon es colaborar con gentes que aman la literatura. Formar parte de un grupo vivo. Nuestra labor es solo sumar en esa dirección». Nosotros nos sentimos afortunados de que se hayan cruzado en nuestro camino.
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