Alicante es una ciudad templada. Con todo lo que está cayendo, sus ciudadanos no suelen manifestarse. Por eso es noticia que miles de personas salgan a la calle a decir «basta», porque aquí vamos justitos de arraigo revolucionario, no hay apego, ni concepto solidario, ni amor por lo alicantino… pero, a veces, ocurre el milagro y la dormidera deja de hacer efecto en los que no se han quejado ni por la corrupción, ni por la imagen pública que se transmite de la ciudad, ni por los desfalcos de la Ciudad de La Luz, ni por la destrucción del patrimonio, ni por tener que votar por quinta vez en cuatro años… Tuvo que ser el último viernes de verano, cuando el violeta tomó las calles, para reivindicar que «no es no» y que la violencia no es una opción. Nunca.
Y sí, aunque no os lo creáis, fue aquí, en Alicante, donde se puso en marcha esta emergencia feminista que ha levantado al mundo (París, Buenos Aires, todas las capitales y numerosos pueblos de España), para decir «basta ya» de abusos, de muertes innecesarias y de quitarle hierro a un asunto que ha matado, desde 2003, a más personas que la banda terrorista ETA.
Así que no, no es momento de inventarse etiquetas, ni de desvirtuar con los insultos y descréditos habituales esta reivindicación. Alfonso X El Sabio se llenó de gente hastiada, enfadada con los que todavía dicen que «la violencia no tiene género», los que suprimen las ayudas a las mujeres amenazadas y desvían los debates hacia las minucias burocráticas, los que no invierten en educación para que las futuras generaciones no vivan esta lacra, los homófobos y machistas que quieren menospreciar la igualdad que defendemos los que nos educamos en el feminismo, los que nos insultan, o los que inventan bulos y los lanzan al aire como si este año no hubieran muerto 42 mujeres, como si las violaciones indiscriminadas en grupo no existieran, como si no se pusieran cientos de denuncias cada día o como si las que denuncian no necesitaran ser protegidas.
España entera se manifestó evidenciando el problema, iluminando de violeta las calles de Madrid, Barcelona, Valencia, Donosti, Sevilla… con millones de personas de todas las edades y condiciones. Y Alicante fue una parte activa de esa reivindicación secundando en masa este principio de igualdad y respeto que exige que no tengamos que volver a dedicar minutos de silencio a más víctimas de la barbarie machista.
Ese es el objetivo final, y pelear por él, exige mucho más que una paseo de hora y media por el centro de Alicante, como demuestran los nuevos casos de violencia registrados este mismo fin de semana.
Para terminar, quiero hacer una reflexión personal. Los días previos a la manifestación hubo un enturbiamiento generado por determinadas fuerzas políticas empecinadas en etiquetar lo que no puede, ni debe, etiquetarse. Toda la vida he vivido en mis carnes esas dudas establecidas que derivan en la falta de diálogo, o de capacidad de llegar a acuerdos que han evidenciado los que nos han llevado a las urnas otra vez con su incompetencia.
La inteligencia de un ciudadano se demuestra en el hecho de no dejarse influir por las mentiras, ni por los supuestos… ni siquiera por las descalificaciones. Yo llevo toda la vida recibiendo insultos, o siendo valorado por mis actos sin pertenecer a ninguna sigla, ni colectivo politizado y mi conclusión es que, aunque a los sindicatos y a los partidos les guste politizarlo todo, hay cosas que sólo tienen que ver con la conciencia particular de cada uno. El viernes, me gustó ver a jóvenes, que se manifestaban por primera vez, mezclados con militantes del PP o de Ciudadanos, personas mayores que, seguramente, han tenido que reeducar muchos de los conceptos machistas que les inculcaron en épocas no tan lejanas y niños que algún día entenderán el significado de las pulseras moradas que portaban.
La convivencia exige respeto, y el respeto te lleva a la empatía, base fundamental de los acuerdos derivados del diálogo. Y justo ahí, en el intercambio de opiniones, es donde se evitan las muertes y se evidencia que las personas pueden entenderse aunque no tengan una misma idea de partida.
Quizá cuando eso se entienda, dejemos de tener que manifestarnos. Mientras tanto, ahí estaremos nosotr@s siempre.
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