Foto de Jesús Luenguer |
Así que le echamos un poco de tres en uno a nuestras caderas y nos pusimos a bailar al son que Mortadelo marcaba desde la batería. Con todo el tiempo que debió pasar Javier Fesser buscando la versión humana del cómic de Ibáñez, resulta que el detective más botarate de los tebeos patrios, toca los tambores en una banda de rock & Roll inglesa. En el escenario, cambia la compañía de Filemón por la de un flemático reverendo británico que toca, arrinconado, los teclados y mueve las maracas con tan poca gracia, que nos hizo añorar al crack barbudo de los limbos. El saxofonista con gafas de los años cincuenta, pone la voz, el único ser normal del grupo, toca acordes distorsionados en la guitarra y Marty Mc Fly completa, con el bajo, un singular quinteto que nos hizo pasar una buena noche de jueves.
Definir el concierto, nos resulta más sencillo que otras veces: fue algo, simplemente, divertido. Que parece poco, pero en los tiempos de despiste que corren, que algo te entretenga, ya es bastante. De hecho, nos resultó tan ameno, que no nos costó implicarnos en la representación jovial del grupo y graznamos como pájaros migratorios, bailamos como los quinceañeros que protagonizan las películas ñoñas de los domingos y sonreímos, que es el fin último de estos ratitos de ocio.
A lo largo del concierto, contamos muchas veces hasta tres, en inglés (para salirnos de la media unilingüe española) y resultó que como canta León Benavente en «ser brigada» al llegar hasta tres, nada nos detuvo.
Claro que hoy tenemos agujetas en las caderas y en las rodillas y, seguramente, tendremos alguna arruguilla más en la comisura de los labios. Es probable que no comamos pollo frito en mucho tiempo, pero esperamos reencontrarnos con MFC Chicken, por ejemplo, en el próximo Funtastic… hasta entonces degustaremos el primer mordisco de alma hasta que la música vuelva a sonar en alguna gramola vieja.
Mientras ese día llega, os dejamos el cartel completo de Eat my soul para que os vayáis organizando las agendas:
Anónimo dice
Pollos para todos, jeje
muy divertida la crónica
mateo