Ha costado casi 3 semanas ver una parte del desglose del presupuesto de cultura del Ayuntamiento de Alicante. Como anunciábamos entonces, hay un incremento de un 9.24% que deja un total «para gastar» de 2.176.974€. Del cuánto al cómo debería haber una política cultural que fuese poniendo piedras para el futuro de las artes en Alicante. Por desgracia, esa nunca ha sido la forma de proceder de esta ciudad. Que, básicamente, centra sus gastos en cultura en repartir espacios, dotar de un presupuesto a cada uno de esos espacios y ya, que cada uno se arregle como pueda. Lo malo es que sin buenos gestores, personal especializado o direcciones con continuidad, el presupuesto acaba siendo una cuestión secundaria.
En medio, salvaríamos las benditas utopías de éxitos en voz baja como el CULTURA EN BARRIOS, que sobrevive con apenas 60.000€ de inversión, ALACANT A ESCENA y las subvenciones para que los gestores de la ciudad, pongan la imaginación que no abunda en la «parte acomodada» de la Concejalía.
Dejando de lado el esperpento del Castillo de Santa Bárbara SL. Y aplaudiendo que Séneca deje de ser el Guadiana de la Cultura, es inevitable pensar que más que una forma de trabajo, prevalece el parcheo. Como Jenkins y Romero donan su colección, nos gastamos 400.000€ (en los que no solo participa Cultura) en adecuar el MACA . Si el IVC monta un órdago para comprar el Principal, se reservan tres millones para acometer la necesaria (hace muchos años) rehabilitación de un Teatro de capa caída.
De la nueva vida de Cigarreras, un año más, no se sabe nada. Y para desviar la atención, se habla del Circo del Sol en la Playa de San Juan… algo que parece una especie de contraprogramación fulera del Festival Fresca. Aunque nada se sabe de La Británica, de las Harineras, del «distrito cultural», del esperpento del Ideal… mientras se vende la reactivación de la Torre Sarrió como Centro de Interpretación de las Torres de la Huerta, se mejoran las dotaciones de la Finca Benisaudet, se invierten 70.000 euros para acometer la fase I para convertir el yacimiento del Parque de las Naciones en un museo al aire libre… pero son cabos sueltos en una historia mal construida, que ni se trabaja, ni se vende como debiera, ni mucho menos se gestiona como merece.
Algo parecido a lo que ocurre con el micro-mecenazgo «desinteresado» de los festivales que podrían dar lustre a esa política cultural que nunca llega y que empieza a tener iconos como el Atiende Alicante, el Photoalicante, el Abril en Danza, Enso, La Muestra de Teatro, el Circarte, Alicante Noir, Área 12, el Spring Festival, el Farándula… la pregunta que nos hacemos los que paladeamos el día a día es si el dinero es por no quedar en evidencia al saber que otras instituciones sí se mojan. Mientras las otrora grandes apuestas (Festitíteres, el FITCA…) ocupan un lugar testimonial en el entramado de partidas que se trabajan como se trabajan las tumbas del cementerio.
Al final, el error más común de las administraciones, es tratar la cultura como una cuenta por cuadrar más. Las artes no tienen cabida en la redacción cerrada de expedientes, en los concursos que sólo tienen en cuenta datos objetivos (como demuestra la Feria del Libro o el contrato de difusión para redes de la Concejalía). Para hacer el ridículo no hace falta irse a Málaga o a Mallorca. Y mucho menos, con el buen hacer local y la necesidad que los profesionales tienen de «cash» para cuadrar sus cuentas.
Quizá quienes redactan estas pamplinas no saben que en la cultura, somos más de cuadrar números que de hacer ejercicios económicos. De imaginar que de cortar alas. De pensar a largo plazo, que de sacarnos una foto vacía… de gestionar, de valorar los errores para no volver a cometerlos… Y eso, ni los políticos que nos han «representado», ni muchos de los técnicos que hacen los «repartos» tienen mucha idea de la realidad del tema del que deberían estar empapados.
Más que nada, porque gran parte de las soluciones, no tienen que ver con el dinero. O, siendo más concretos, como demuestra el CULTURA EN BARRIOS, no requieren grandes inversiones. Esto debería tratar de dar alas a muchos colectivos, asociaciones, artistas, etc. de la ciudad. Porque ¿Imagináis que en Comercio solo se tuviera en cuenta la opinión de un restaurador olo decidiera un técnico que no ha ido en su puñetera vida a un bar? ¿Y qué pasaría si en urbanismo se le dieran todas las obras a una misma constructora? ¿O si en los contratos de construcciones no hubiera partes dedicadas a que se contratara gente local y vinieran a hacer las casas los puentes y los parques albañiles, fontaneros o Arquitectos de Málaga?
Las ciudades que funcionan bien en temas culturales, han forjado su fama en la imaginación, en el desarrollo de ideas propias y en la continuidad. Si tu plan es vender una obra que el Circo del Sol hace en cientos de ciudades, o en hacer obras por donaciones, o por órdagos, en sitios que luego no tienen una cabeza visible, importa poco el dinero. Por que sin alguien que lo gestione, los más de dos millones de euros, sólo servirán para cumplir un expediente. Y ese es el resumen, o el mal. Que la cultura parezca un expediente administrativo, porque esa, solo es una parte de lo que las artes aportan y significan en Alicante.
PD. De lo de centralizar la difusión y «revenderla» a una empresa de fuera que no se entera de nada, mejor hablamos otro día. Y de lo de vender la playa como espacio de «fiesta», deportes y cultura. Igual.
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