Jams hay muchas… ¿o no?
En realidad, muy pocas tienen la capacidad de acoplarse a los nuevos tiempos que corren, con menos ego y más participación, que estando la Asociación de Cantautores, como maestra de ceremonias, todo puede pasar…
Los días de Jámtrico, el tumbao es un circo. Han cambiado el viernes por el domingo (así hay tiempo para merendar y llegar a cenar), se han desenchufado por culpa del pesado del vecino (sí, el quejica de siempre). Hay niños, con resaca navideña, jugando con los regalos de Reyes, mayores fumando en la puerta (muertos de frío), marionetas en la pared, kikos en los vasos de plástico, una claqueta de Buñuel y una pincelada de Dalí, promoviendo el surrealismo en pleno siglo veintiuno.
Los males quedan fuera, atados como los caballos en el siglo XVII, mientras dentro, se apuesta por un valor seguro, llamado imaginación: virtud en desuso que, a estas alturas, sólo utilizamos los pobres, o los que aún no han crecido (como Peter Pan).
De primero, una ración de Yoni, que en dos canciones es capaz de convertir tu vida en un cuento. El hombre es muy dado a buscar inspiración en culturas más frías, como Euskadi, Villena o Polonia, pero tiene esa capacidad innata de convertir en payaso al más enfermo de los heterodoxos, quienes, por cierto, también vamos a las jams…
El cuento sigue con una trompeta… un summertime con sordina y la casta del galgo Amat poniendo su granito de arena a una estampa curiosa con rapera (Yaike), futura médica (Anita), Alfonso sin barba, un trompetista, un coro improvisado, Eva, la costilla, Vicky recitando contra el micromachismo.
A falta de un cura que complete la postal navideña, el mayor de los Copé osa hablar de fe (y de Fidel) a quienes van bastante justos de creencias, a veces, o se creen todo cuando menos deben. Manolo, tras versionar a Alejandro Filio, sumó a la fiesta al pop. Anabel aparcó a los Mailers (hasta el 27, que estrenan su disco «Humano» en Las Cigarreras) y colaboró con su voz, para hacer que el clima de positivismo nos quitara el fresquito, con Izal como invitado versionado y las nuevas generaciones Youtubers sacando a relucir su talento.
Después rumba, que te quiero verde… un poco de intimismo olvidadizo made in Olivia Reñón, el granito de locura que siempre aporta el amigo Alfonso Copé, una burbuja explotada, los genes de un cartero sin cartas, Manuche cuando yo me estaba yendo, y los nuevos «jefes» del taller: Claudio e Isra, para cerrar el cuento.
La moraleja es que las ganas de más, requieren una espera, como todo lo bueno, de un mes. Pero hasta el cuatro de febrero, siguiente cita programada, hay un vídeo de la Presidenta y un despropósito de año nuevo (que cantaría el MImoso): que las buenas iniciativas tengan volumen, que para contarlo trataremos de estar nosotras.
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