La Lantia es un candil. Lo sé. Igual que sé que una tesela es cada una de las piezas que conforma un mosaico. También son los premios que reciben los ganadores de los Estruch y el Festival de Cine, respectivamente, en Alicante. Pero hoy, escuchando a María Dolores Padilla, hablando en la radio con Carlos Arcaya, hemos jugado a sacarle un sentido figurado a los que se entregaban esta noche.
Para mí la Llàntia es una mezcla entre la frustración por no tener el don de la ubicuidad, o el tiempo suficiente para hacer todo lo que me gustaría... y el placer de poder elegir, aún con el riesgo de perderme cosas maravillosas como una actuación de Pedro Casablanc, una clase de copiloto, un musical, una versión teatral de «los santos inocentes»… o una última conversación con Guillermo Heras.
La vida, como una función de teatro, tiene un tiempo limitado en la que uno debe aprender a disfrutar del diálogo, captar al vuelo el mensaje y diferenciar premios de penitencias.
Debe haber tiempo para reírse, para llorar, para reflexionar, para degustar el silencio y el hecho de romperlo, aplaudirlo o recuperarlo. A oscuras, e iluminado, con rima, cantado, expresado, llorado, bailado, colgado de una cuerda, o entre trompetas… como ha dicho Mireia Portas, no siempre es conveniente adjetivar el premio. Se puede encontrar humor en una causa como la del hoy pixelado Alberto San Juan, o, tirar de ironía, para desvirtuar la importancia del director, como ha hecho el mejor actor, según el jurado, de las 44 obras programadas el año pasado en el viejo Principal.
Con o sin sentido figurado, de lo que me he dado cuenta hoy es de que no hay que perder la ilusión. Porque mientras los premiados se hacían la foto de familia, los focos alumbraban herencias que peinan canas, con herederos que aún no saben que algún día pueden tener una llántia en una vitrina. Ahora que huele a Muestra de Teatro, el sentido figurado del premio, es hallarse en mitad de la línea que separa lo visto, de lo que está por ver, incluso por escribir.
Mónica Pérez Blanquer tenía razón. Falta un sitio en Alicante donde tomarse una copa después de todo ésto. Falta un lugar donde desencorsetarse, aflojarse la chaqueta y soltarse el botón de la camisa que te ahoga, mientras discutes alguna decisión, o juegas a juzgar, o aplaudes el hilo conductor ideado por Dani Catalá, o agradeces la brevedad, abrazas viejos amigos, descubres otros que te ruborizan… y llegas a casa con ímpetu suficiente, para que 44 sean pocos y tu tiempo sin perder parezca mucho.
El hueco para la Llàntia, puede seguir vacío. Pero hay cosas que no requieren un premio para ser disfrutadas.
LOS PREMIADOS, Y PREMIADAS:
- Llàntia de contribución a las artes escénicas de la Comunitat Valenciana: Sol Picó
- Llàntia a la mejor interpretación de reparto – Alicia González, Ana Rayo, Andrea Guasch, Belén González, Carla Hidalgo, Diana Palazón, Irene Maquieira, Noemí Arribas, María Pascual, Nur Leví y Xenia Reguant por Ladies Football club.
- Llàntia al mejor actor principal – Pedro Casablanc
- Llàntia a la mejor actriz principal – Mireia Portas
- Llàntia a la mejor autoría – Vanessa Monfort
- Llàntia a la mejor dirección- Alberto San Juan
- Llàntia al mejor espectáculo – Los Santos Inocentes
- Llàntia de Honor – Guillermo Heras.
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