En esta sociedad cuesta distinguir quién es el robot, y quién actúa como tal. Seguramente, cuando el Ros Film Festival nació, la ensoñación de Ricardo Domínguez (director del festival) viajaba entre cuestionamientos y acciones que no imaginaban que, por ejemplo, la IA pudiera acabar haciendo un corto completo. Quizá pronto, lo realmente moderno sea volver a lo analógico o entender la evolución como una herramienta que mejora nuestras vidas. Pero en esta realidad que ha dejado obsoletas las distopías de Blade Runner, mientras encumbra a pioneros del arte cinético como Sempere, hay una parte inconformista en la sociedad que necesita incentivos como el Ros Film Festival que abran un camino diferente, y debatido, para definir lo que deberíamos entender por evolución.
Con la PROGRAMACIÓN confirmada y las plazas del TALLER de Daniel García Andújar cubiertas, el Arniches, erigido como nueva plaza imprescindible del festival, ha inaugurado 10 días de visión alternativa, acción, robots, artes escénicas y cortos.
Salvo a los espectáculos de KULU ORR y la COMPAÑÍA MARROCH la entrada es libre en varios sentidos. No solo en el acceso, sino, también, entendida como introducción a un mundo diferente, que como demuestra la proliferación de charlas, concursos de relatos creados con IA, o cortos grabados con móviles, Alicante está empezando a aprender a interpretar.
Aquí, la ciencia y la tecnología se transforman en el octavo arte, ayudándonos a experimentar con herramientas creativas que escupen cosas que cada vez nos parecen menos estrambóticas.
Las protagonistas de la primera escena: Alicia Garijo, Rosa Castells y el propio Ricardo Domínguez formalizan un salto de calidad expandido por los escenarios más distópicos de la geografía cultural alicantina. Empezando en Viva La Pepa, convertida en sala de reproducción (robótica y sensual), pasando por el videoarte y la parte práctica en el MACA, la fiesta alternativa del Söda, la más oscura y turbia en el Ocho y Medio, la caribeña-cubana en Fahrenheit 451 y el culmen, en el Teatre Arniches con 3 días de proyecciones, 2 obras y el preestreno de la valoradísima (en todos los festivales por los que ha pasado) «Robot Dreams» de Pablo Vergel, con entrevista a Alfonso Villalonga incluida, conforman la historia de un quinto capítulo que requiere de tu presencia crítica para pulir esos detalles que en la previa no se pueden tratar.
En total, hay una selección de 100 cortos de más de 30 países (de los 425 que se presentaron a concurso), que un jurado internacional formado por el catedrático Javier Ordóñez, las periodistas Natalia Pérez Galdós y Lorena Sánchez, el pionero en net art Daniel García Andújar y la directora del Braga Science Film Fest Edite Felgueiras deberá valorar.
Atrás quedan otras cartas de presentación y las proyecciones on-line del principio. Más allá de propuestas, queda abierta la veda para dar rienda suelta a la necesidad de reflexionar sobre la vía que se abre pudiendo aplicar la tecnología como herramienta. Al menos por unos días, veremos la cultura como una forma de imaginar el futuro. Porque eso engloba tantas cosas, que será inevitable, e imprescindible escribir el capítulo 6 y sumar nuevas adeptas que pierdan el miedo a ver que hay detrás de esa o, que adopta el lenguaje binario para sumergirte en un mundo que quizá no se construya, tal vez esté en construcción, o igual, simplemente, necesita que te plantees si puede o no hacerse.
En realidad, como todo lo que te pasa en tu día a día.
Deja una respuesta