La Verdad ha muerto, DEP…
El romanticismo periodístico, también, falleció hace ya unos cuantos años, más o menos cuando las lineas editoriales acabaron con la cruda realidad de las noticias, o cuando las nuevas tecnologías sustituyeron al placer de mancharse los dedos con la tinta de los ejemplares de papel que ahora, apenas nadie compra.
Fueron buenos tiempos para ilusionados neoperiodistas, como yo, que se dieron de bruces con la realidad de los enchufismos, la precariedad de la lucha por la vocación (en lugar de escuchar a nuestras madres), o lo estricto de someterse a un número justo de palabras, columnas perdidas entre anuncios y censuras (que todavía existen), que desmotivaron la apología de la realidad, que la subjetividad decapitó de cuajo.

Atrás quedaron los tiempos en los que cobrábamos 120€ por artículo. Ahora la oferta «magmánima» de los que se escudan en la crisis, es la misma que le ponen a los artistas noveles: «este es un trampolín para darte a conocer», o lo que es lo mismo,:»tú escribe y muérete de hambre que nosotr@s administramos el dinero».
Yo no creo eso, aunque, lo siento por los profesionales, sólo por ellos, a los que deseo mucha suerte a la hora de emprender una nueva aventura. Luchar por lo que uno quiere es empeñar tu esfuerzo y tus ilusiones en un fin que, a veces llega y otras, simplemente, se escribe, sobre papel, o sobre una nube, donde, al menos, sabemos, que permanecerá eternamente.
Y, sino, siempre nos quedará la papiroflexia con el pasado…
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