Por @ladiscordantede
Sin pretender equipararme con el gran Juan Carlos Unzué, sí me ha apetecido romper mi ayuno literario para aplaudirle. Más que nada, porque mi tía, sin tener ELA, es una persona dependiente y carece de los medios adecuados para vivir dignamente.
Él escenifico lo que es el día a día de las reclamaciones
Es difícil dar con un político o con un funcionario que no te diga que eso no está entre sus competencias. Yo que soy enfermera podría alegar un millón de veces, que (específicamente) no está en mi contrato limpiar potas, ni cambiar vendas, ni limpiar culos… pero la dignidad debería estar por encima de lo que eres, de lo que se supone que dice tu contrato, o de eso super-importante que te impide pensar que podrías ser tú la persona dependiente, la que no tiene voz, la que no tiene a quien reclamar ese decoro.
Yo dedico a mi tía, mientras viva, todas las horas que podría estar tomando cervezas, o haciendo cosas que me alegran la vida, como escribir artículos en esta web. Por eso, me parece de recibo dar las gracias a Juan Carlos Unzué, por poner de manifiesto no ya un problema particular, o una incompetencia general, sino lo importante que es la empatía. Porque sin ella, Un enfermo se pone más enfermo, un familiar de un enfermo se queda sin vida y un país entero pierde parte de sus derechos, aunque, de momento, no parezca que te afecte.
Y eso, es importante.
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