Innovar es vivir y con el sold out, nos anticipamos a la falta de espacio, con un plan de escapismo para huir del postureo, los selfies, l@s que estaban más pendientes de las pistolas de agua que de la música y esas cositas que, por desgracia, distorsionan todo lo bueno que tiene el Sonorama.
La organización estuvo avispada y aunque la Plaza del Trigo era un cerco inaccesible, se inventó un escenario en las orillas del río, una programación interesante en los escenarios más pequeños y el Ribera del Duero y las viandas castellanas hicieron todo lo demás.
¿Qué queréis que os diga? da gusto que a estas alturas todavía haya cosas que te sorprendan, como Mr Homeless, un producto autóctono casi tan bueno como los vinos y las chistorras, de las bodegas, que manducamos antes de la fiesta. Se notaba que este trío arandino jugaba en casa, porque hicieron que la plaza de la sal pareciera un granero, sin paja, pero con el puntito sureño ese que hace que muevas tu pie como si tuvieras un acelerador en la planta y quisieras correr mucho.
Luego lo intentamos con Modelo de Respuesta Polar, dimos un rodeo a Aranda en busca de un espacio por el que colarnos, cruzándonos con cámaras de todas las teles nacionales, bloggeros ilustres y músicos con ojeras. Iñigo se metió hasta la primera fila con sus bombas de confetti y sus dos cojones, que con dos grupos vascos: Shinova y Grises, era lo que tocaba.
Los de Berriz se alejaron de comparaciones odiosas y, como nos demostraron el viernes en petit comité, y el miércoles (por sorpresa), dejaron claro que tienen su propio sello. La gente ya se va sabiendo de memoria las letras de «Ana», «Lo que fuimos» o «artista temerario«, lo que vuelve loc@s a l@s que intuían, ya, hace años que iban a liarla gorda en esto del, mal llamado, indie patrio. Si a eso le unimos otra versión de Alaska, encontramos la cuadratura del círculo, o del rectángulo de la plaza que se ganaron a base de temazos.
Algo parecido pasa con Grises. Tuve el placer de tomarme una cerveza con Raúl, el bajista, y recordar los tiempos con el apellido sueños, los conciertos en los gaztetxes, en Azken Portu… y la envidia que me da ver que el reconocimiento les ha llegado hasta el punto de hacer bailar a la Plaza del Trigo más poblada de la historia del Sonorama.
Yo acabé con el resto de los vejestorios, que huyen de la multitud, bailando con Javiera Mena, pensando que quizá el Escenario Charco es más apropiado que El Trigo para tal muchedumbre. Pero bueno, es una gran idea trazar puentes con Sudamérica.
Son muchos los músicos chilenos, mejicanos, argentinos… que buscan que sus países se conozcan, musicalmente, por algo más que la cumbia y el reggaeton. Nosotros llevamos tiempo tratando de que el adjetivo latino, no tenga esa acepción negativa que las putas radiofórmulas han extendido. Así que un aplauso al que ha apostado por Molotov, mi amada Javiera, Papaya, Onda Vaga y esperemos que para el 20aniversario, también pasen por Aranda, Francisca Valenzuela, Soledad Vélez, Yael Meyer, Los blenders, Cardiel o una parte del talento del otro lado del Atlántico.
Por un rato, aparcamos la música y paladeamos los otros placeres que ofrece las tierras castellanas. El vino, el lechazo, los pintxos de foie
y esas cositas que hacen que se note un poco menos que llevas 3 días de festival.
Tras el pertinente descanso derivado del llenazo, seguimos con la Euskal Festa Sonorámica con Señores. O putos señores, como nosotros después de jalarnos el lechazo, más bien.
En las «vascongadas» son más de xirimiri que de solana, pero se acoplaron bien a la temperatura, con un trago del cartón de vino de su «carta de amor futura», haciendo del escenario Castilla-León una especie de Verbena en la Plaza del Pueblo, que a algunos les recordó el subidón del año pasado en El Trigo, los capítulos de No guardes en la cabeza lo que te cabe en el bolsillo y esa parte que llena los espacios que los comodones no llenan. ¡Ellos se lo pierden!
Tampoco había demasiada gente en el concierto de Mucho. Me molaron mucho los ponchos ambiguos que vistieron Martí Perarnau y sus secuaces. El concierto, también, estuvo bien, con baladas, speaches reivindicativos, perros negros y mucha distorsión. En general, fue un repaso al «Pidiendo en las puertas del infierno», que publicaron hace unos meses, algo parecido a lo que hicieron en el Low. Así que nos fuimos a ver un ratito a otro grupo catalán, Verkeren, que en apenas 10minutos, nos pusieron a tono para el plato fuerte de la noche…
… Plato fuerte, porque con Maga no somos objetivos, nos gustan, y punto. Y, la verdad, es que echábamos de menos el influjo de las nanas sin letra, el ruido que me sigue siempre, y la parte esquimal de este agosto sonorámico sin rebequitas y con piedralunas.
Por el escenario se pasaron Sean Frutos, de Second, otro sevillano ilustre: Javier Valencia, de Full, y el Loco Perarnau, que montó una buena gritando el nombre del grupo en un estribillo que puso los pelos de punta a todo cristo.
Entre bambalinas andaba, también, Zahara, que cantó luego con Luis Brea, y Pucho, que nos dejó con las ganas de evocar vetustadas. Pero bueno. Todo no se puede.
Second mantuvo el nivel. Los murcianos nunca fallan y fue muy divertido vivir el concierto con un nenico de apenas cinco años que se sabía las letras de «nivel inexperto», «muérdeme» y «demasiado soñadores» como si las hubiera escrito él. Con «Rincón exquisito» se cerró el escenario grande para mí.
Vi un rato a Luis Brea, en su versión más festivalera con la ironía de «el verano del incendio» como transmutador del intimismo en miedo que ahora le sirve como sobrenombre. Si ya era indiscutible que su disco del pasado año fue uno de los mejores que se editaron en 2015 en España, queda demostrado que no hay como rodearse de una buena banda y ponerle un toque electrónico/rock al asunto, para llegar a ese público de oído poco exigente.
El despropósito de la noche fue el concierto de Perro. Con un sonido desastroso que durante las cuatro primeras canciones les dejó sin voz, y sin guitarra. El cuarteto murciano tiró de humor, lidiaron con las inclemencias técnicas con contundencia y el público lo agradeció con uno de los pogos más participativos que se han visto en el Sonorama. Con «Ediciones reptiliano» el repertorio es tan bueno, que, hasta se permiten prescindir de la Bicicleta y de las poperas, pero bueno, viendo como movieron a las masas y como consiguieron que Valeri Karpin y George Finidi volvieran a estar en el candelero, pues eso, sombrero en mano, genuflexión y a ver si de una puta vez, los ponen en el escenario principal.
Luego, nos quedamos en el momento psicodelia made in Melange, porque asomarnos al concierto de Mando Diao fue suficiente para sentir cierta pena por saber por qué no le daban una lizipaína y una camiseta a Bjorn Dixgard. ¡Buff! y nada, aprovechamos que los puestos de comida se quedaban libres con el concierto de Izal, para que nuestro paladar degustara algo más que cerveza y ron.
Con el Copacabanita no me voy a meter, porque viví de cerca su despegue, sé lo que le costó encontrar la fórmula del éxito y veo lógico que ahora le saque todo el jugo que pueda. Además, está visto, y comprobado, que le dan al público lo que quiere, así que ¡olé sus huevos! los de la mujer de verde, y ¡que bien! que sus bailes saquen de las radiofórmulas a tantos, y tantas, almas descarriadas.
Exsonvaldés nos espabiló un poquito, haciendo honor al nombre de la ciudad que estábamos pisando, dejamos que Andrés (ánimo para él), recogiera su vinilo de los Clash, agotamos los sonos, ya que no se admitían devoluciones… por cierto, que no hemos dicho nada de las colas para llenar los puñeteros chips de las pulseras, error que ya cometió el Low el año pasado… pero bueno, así entre despedidas, ¡hasta siempres! y el concierto de Delorean transcurrió una noche, en la que los Zarauztarras pusieron, como siempre, un punto final perfecto, al Sonorama más vasco de la historia.
Ya veremos si volvemos, si la magia de Aranda vuelve a embaucarnos y nos pueden más los recuerdos que los años. El caso es que ha sido un placer compartir cuatro días con Evelio, Cristian, Iñigo, Asier, Jenny, Andrés, David, Adriana, Miguelito, Raúl, Oscar, Asier, Izzat Marta, Tati, el vitoriano, la de Burgos, el Beatle, el andaluz y la asturiana. Ahora toca vivir eso que pasa entre Sonorama y Sonorama.
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