Autora: Ana Berg
Ayer, 18 de abril, se celebró, como cada año, el Día Internacional de los Monumentos y Sitios, una iniciativa del ICOMOS, aprobada por la Asamblea General de la UNESCO en 1983, cuyo objetivo es promover la toma de conciencia acerca de la diversidad del patrimonio cultural, de su vulnerabilidad y de los esfuerzos que se requieren para su protección y conservación.
Venimos diciendo que en Alicante el arte está vivo… Vivo sí, pero oculto, enredado en el capullo que aún lo envuelve sin permitirle del todo salir y que todos podamos vislumbrarlo alzar las alas. Un arte agazapado que aún queda aprisionado en la matriz de una ciudad en la que se enaltece el tardeo y la playa como reclamo turístico y en la que entidades públicas no ponen el suficiente interés por promoverlo. Pero, tal vez, si no valoramos lo que tenemos sea porque desconocemos lo que tenemos. Así que vamos a recordarlo.
Tenemos dos castillos: el Castillo de Santa Bárbara, ubicado sobre el monte Benacantil, cuyo origen se remonta a finales del siglo IX con la dominación musulmana. Fue remodelado por los cristianos en el siglo XIV y fortificado y reformado en el XVI; y el Castillo de San Fernando, construido en el Tossal durante la Guerra de la Independencia en 1813.
El Casco Antiguo de Alicante acoge algunos de los principales edificios de la ciudad, desde el Ayuntamiento a la concatedral de San Nicolás, la basílica de Santa María o el convento de las Monjas de la Sangre. Vale la pena adentrarse para ver las preciosas casas del Barrio de Santa Cruz y San Roque, con sus colores y flores; y visitar las hermosas plazas románticas como el paseo de Canalejas, el portal de Elche y la plaza Gabriel Miró, con sus ficus centenarios.
Tenemos importantes museos como el de Arte Contemporaneo (MACA) el Mubag, el de Hogueras, el de las Aguas, el de Belenes, el de la Universidad de Alicante (MUA) y el Museo Arqueológico (MARQ), uno de los mejores museos de Europa. Sin olvidarnos de yacimientos arqueológicos como El Tossal de Manises, donde se ubicaba la antigua ciudad romana de Lucentum, en una colina de la Albufereta. Y un grandísimo etcétera como los refugios antiaéreos de la Plaza Séneca y Balmis, las Torres de la Huerta, el Palmeral…
La Casa Carbonell, ubicada al inicio de la Explanada, es, junto a la Casa Lamagnière, un ejemplo de lo que hubiera podido ser la fachada litoral alicantina si la especulación urbanística no la hubiera destrozado.
¡Y aún hay quien dice que en Alicante no hay nada que ver! Pero aquí seguiremos, reivindicando el patrimonio artístico alicantino, porque como dice el refrán «Tota pedra fa paret».
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