El otro día, fuimos a tomarnos un café a la plaza del Ayuntamiento de Sant Joan. En medio de la misma, había un stand con muérdago colgando y un cartel que retaba a seguir la tradición de besar a tu amad@ para lograr el amor eterno.
Viniendo de un día en el que Sánchez deja entrar a los ingleses y su nueva cepa, Puig limita las cenas de Nochebuena a seis comensales y a las 12 de la noche, mientras Barcala incita a que todo el mundo se haga una foto (y se arriesgue a contagiarse) ante su Belén gigante, el cartel, más que un reto, es una ironía. De hecho, quizá, debería retar: ¿te atreves a besarte (con la que está cayendo)?
Como tengo un amor conviviente, la duda es menor. Pero humor pandémico aparte, uno se pone a pensar todas las cosas que han cambiado en este 2020. El año pasado, la plaza estaría llena, con gente haciendo cola para besarse. Este año, no nos podemos abrazar, nos da miedo acercarnos, leemos los carteles con un triple sentido, miramos raro al que no duda, vivimos con mascarilla, con distancia social, con un bote de gel hidroalcohólico en el bolsillo, con incertidumbre por cómo será el futuro, organizando una Navidad sin familia (ni allegados)..
Es admirable la capacidad que el ser humano tiene para adaptarse a nuevas situaciones. Y aunque algunos prefieran quedarse con los multados por incumplir las normas, con los negacionistas, con los que se creen más listos que tú, con los que dudan si vacunarse o no… este año nos ha dado muchas lecciones que se resumen en una: tenemos la capacidad de hacer grandes cosas cuando nos unimos.
No sé si es el espíritu navideño emergente, o que los políticos me tienen hasta los mismísimos cojones. Pero cuando uno está dispuesto a no abrazarse, a quedarse sin conciertos, a pasar la Navidad lejos de sus padres, a ayudar al que lo necesita (a pesar de todo)… el optimismo renace y se come todas las decepciones acumuladas en este odioso 2020.
Ojalá haya mucho muérdago colgando bajo el que besarse en 2021. O al menos, un margen para darnos la mano o abrazarnos, como hacíamos hace un año. Se echa de menos, casi tanto como la coherencia y la capacidad de llegar a acuerdos de nuestros gobernantes.
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