Conseguir que en la ciudad en la que nadie calla la gente escuche durante 20 minutos es todo un reto que, para el oyente en cuestión, se convierte en un ejercicio de reflexión más que recomendable. El sumun de la utopía es que los 20 minutos sean de poesía, y que la protagonista del acto sea una de esas personas anónimas, o no, que se toman cervezas a tu vera habitualmente.
El sugerente nombre, striptease verbal, hace el resto. Y ya cada uno, decide como gestionar la emoción implícita en las palabras y el mérito a la desnudez tras el biombo de las rimas y las reflexiones que la estrella de la noche desviste en el tiempo justo para digerir un orgasmo, colorear la oscuridad de un año, o administrar la emoción de una carcajada, o una lágrima, o las dos cosas a la vez.
Esta visto que no hace falta gastarse una millonada en talleres, terapias y pastillas. Descarnar tu alma es más barato que cualquier psicólogo y hablar sin las protecciones habituales, como hizo ayer Diana Jones, o escuchar paladeando el silencio mezclado con emociones (como hicimos los demás), no tiene precio.
Fue mi primera vez, después de un año de imposibles, y no será la última. Porque la soledad de la compañía y el ejercicio de oído le sentaron bien a mi insomnio, a mi estrés y a los monstruos que me acechan de vez en cuando.
Os informaremos de futuras descapadas…
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