La nueva legislatura, como siempre, ha empezado con unanimidad. Aquí dan igual las siglas y las hostias típicas entre partidos de izquierdaS y de derechas. Para la subida de sueldo no hay nada que discutir, todos están de acuerdo, todos hacen lo mismo: subirse el jornal. Así sin cortapisas, en pleno extraordinario, se vota sin apenas discutir, y señores que estaban parados hace tres meses y señoritas que hace nada no llegaban a mil euros escasos de ganancia mensual, cobran ahora más de 3000 machacantes al mes.
El caso más flagrante es el de Pilar de la Horadada, cuyo alcalde se ha subido sus emolumentos un 158%, pero, en menor medida, han hecho lo mismo en Alicante, Torrevieja, Elda, Sant Joan, Benidorm… Y lejos de conformarse con embolsarse una pasta que, en la mayoría de los casos, nunca han cobrado en sus anteriores puestos, pretenden «paniaguar» a todos los amiguitos de partido que se quedaron fuera de las listas definitivas de «cobradores», nombrándolos asesores, o «síBuanadores», cuyo único trabajo es asentir, porque asesorar, asesora mejor un experto, un rival con diferente perspectiva ideológica, o alguien que no se limite a reafirmar lo que el edil de turno piensa a cambio de otra módica cantidad de euros.
No dudamos de que la responsabilidad que la mayoría ejerce merezca retribuciones superiores a los 40.000€ anuales, ni que en determinadas concejalías la ayuda de asesores doctos en el tema sería más que práctica. Pero la excusa de que están ajustando sus salarios a la realidad, clama al cielo y evidencia la falta de conexión que, al final, tienen con la ciudadanía. Porque si el que toma las decisiones cobra cinco o seis veces más que la media de los ciudadanos de su población, su toma de decisiones nunca va a estar en consonancia con las necesidades de los que les han votado.
Por no hablar de la chapa que nos han dado, algunos partidos nuevos, con los «enchufados», para acabar ampliando la nómina de privilegiados, mandando a tomar por el culo la mesura de gasto que sí que tienen para la partida de cultura o para obras sociales, por ejemplo, pero no para que las arcas públicas paguen comidas, chóferes, secretarios innecesarios y otras cosas gratuitas que «van en el cargo».
En definitiva, que empezamos bien… otra vez. Se acabaron los políticos de antes, los que no requerían tener una dedicación exclusiva (para no sangrar las arcas públicas), los que debatían más allá de las siglas y los que miraban por su pueblo/ciudad y trataban las cuentas como tratan las de sus casas.
Luego se quejarán de que la población les de la espalda y les suspenda en las encuestas del CIS…
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