Supongo que después de dos días de bucles cerrados es lo que aprendí, que aunque cada músico sea hijo de su padre y de su madre, todos tienen un punto en común llamado música y como interpretar esa posible composición, hace de la variedad un gusto maravilloso.
El día empezó con una lentejada en la Ambrossía. Allí, respiramos ambiente musical en una larga mesa en la que todos trataban de sacar a relucir toda la sabiduría adquirida con los años y enseñar, y aprender, una parte de esa experiencia puesta en común. Luego llegaron las pruebas de sonido, el escenario se llenó de Mac´s y pedales, echamos mano de las primeras cervezas… y cuando nos dimos cuenta, eran las siete y media y Jose Luis Santacruz estaba haciendo sonar su saxo sobre las tablas. Nuestra cabeza estaba algo resentida del día anterior y costaba un poco más abrir la comunicación con los artistas. Cromofono nos sonó a un motor de arranque en stanby, un ritmo improvisado con pianos y percusiones seminterrumpidas muy apropiadas para cortar el pulso de la rutina y retomarlo en una deriva más acorde con el fin de semana. Después, seidagasa acabó de desmontar nuestro concepto de construcción musical y, por un momento, nos sentimos niños que tienen por primera vez ante si, un lego, y se ponen a mezclar colores y estructuras horizontales y verticales sin la supuesta lógica que la visión espacial nos da con el paso de los años.
Aquí tenéis, también, la crónica del primer día;
Las fotos son de J. Luenguer: https://m.flickr.com/#/photos/luenguer2/sets/72157649384545078/
Ruskin Herman dice
cojonudo (Y)