El círculo sueco se ha cerrado…
Siempre fardaremos de haberlos descubierto un raro día de abril del 2015. Tocaban junto a Royal Mail y Pepecontrapepe. En la Caja Negra de las Cigarreras, apenas éramos 15 o 20 personas, pero recordamos aquel día, con cierto cariño, porque fue nuestro primer concierto acreditados como Alicante Live Music (fuera del Unbuendía) y porque, precisamente, fue allí donde Rosa nos dijo que cerraba el jardín de nuestro bar favorito.
Unos meses después, en Benidorm, Jess, el bajista, nos contaba entre Jaggers y conciertos del Low que habían firmado con Subterfuge, de hecho, en noviembre, les vimos con McEnroe, en una precuela acústica del nuevo disco Y así, llegó «La fuerza mayor«, las visitas a Radio 3, los conciertos por toda la península (llenazos en Madrid incluídos). Y en esa vorágine imparable, volvimos a coincidir con el cuarteto murciano en la Sala Planta Baja de Granada,
En el Sonorama, nos dimos cuenta de la repercusión que empezaban a tener, gente de Euskadi, Madrid, Cantabria… cantaban «bien por ti» o «permiso o perdón» , pedían a los dj´s «los años» y se quedaban el domingo en Aranda, exclusivamente, para verlos en directo.
Lo curioso, o no tanto porque el barbudo del bajo ya es medio alicantino, es que el círculo de este gran 2016 se cierra en Alicante, con el último concierto de un año que ni Rafa, ni Alberto, ni Fernando, ni Jesús, olvidarán.
Hubiera estado bien que los restos ebrios del tardeo se hubieran ausentado y hubieran dejado tranquila la primera fila, pero bueno, las últimas noches no siempre son perfectas. Tuvo un principio sosegado, un nudo en el que coincidieron las sorpresas en forma de canciones nuevas que están grabando en Sevilla, una versión con comienzo Trip hop de «los años», un repaso exhaustivo del disco completo y hasta una versión distorsionada de «vidas cruzadas» de Quique González.
Antes de que la gente empezara a saltar y berrear los hits y los bis, y demostrar que no hace falta más que un buen técnico de sonido para acabar con los mitos falsos del sonido de Stereo, vivimos uno de esos momentos deluxe, con Rafa Val al piano, y el público dividido en dos: los gilipollas que no sabían apreciar el momento, y los que sí, con la oreja pegada a la sutilidad y la boca seseando para que l@s ceporr@s cerraran sus putas bocas.
Pero bueno, a pesar de l@s maleducad@s, está claro que los Viva Suecia se han hecho mayores. Ha sido algo rápido, como intuímos la primera vez que les vimos y merecido, por lo poco que les conocemos. Ahora sólo queda la consagración de un nuevo disco y que el 2017 sea tan próspero como el año que termina.
Por cierto, que como ya pasó con sus acompañantes en las anteriores historias (Eter, Royal Mail, Pepecontrapepe, McEnroe), Aardvark Asteroid, también fue el complemento perfecto a esta noche con final feliz. A los angloilicitanos les falta un poco de presencia en el escenario, pero con ese puntito Bowie de James Hugues, y la mezcla entre el bacalao de los noventa y las guitarras aceleradas de su música espitosa, son una de las bandas más divertidas de ver por estos lares.
Vale para los punkies y para los amantes del Insomnia de Faithless y defienden, a la perfección ese discazo llamado «Electrophobia» del que tanto os hablamos el año pasado. Esperamos que pronto podamos escribir, sobre ellos, una historia similar a la que hoy hemos rescatado de Viva Suecia.
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