«Subjetivo» es la palabra que mejor define un concurso de música. Los matices decantan la balanza que separa al que gana de los siguientes, y seguramente, si tú fueras quién lo juzga, tendrías derecho a no estar de acuerdo con la decisión final, como me ha pasado a mí cientos de veces.. Más o menos, como cuando hay elecciones y gana al que no votas. Por eso, creo que mi participación en el jurado de ayer, bien merece una confesión-crónica:
A lo largo del año declino cientos de invitaciones para formar parte de jurados. No porque me importe mojarme, sino porque, en general, no estoy de acuerdo con los formatos, las bases, los premios, el hecho de meter en el mismo saco los diferentes géneros musicales… o algo tan simple como acotar la subjetividad con las cosas que se priman y las que no tienen tanta importancia.
Con el Centro 14 hice una excepción. Porque me despierta una enorme curiosidad saber dónde coño se meten los jóvenes de esta ciudad. Así que, aunque creo que las bases y otras cosas son muy acotables y cambiables, acepté formar parte del jurado por, digamos, cuestiones sociológicas.
Debo reconocer que me dio pena que, habiendo más de 300 bandas en la provincia, y cumpliendo un alto porcentaje de ellas el requisito básico de que 1/3 de los componentes tuvieran menos de 30 años, los aspirantes no llegaran a la decena. Y más, habiendo un premio de 1.200€ para paliar, en parte, esa falta de dinero de la que siempre se están quejando los músicos egoístas de aquí.
Me quedaré con las ganas de saber dónde se meten los jóvenes de la ciudad, porque, tras una toma de contacto rápida para decidir los finalistas, en su mayoría de otras poblaciones, ayer, en pleno día de reflexión, tuvo lugar el concurso en si. 2 raper@s y 3 bandas en un bolazo distinguido en la mismísima Caja Negra de Las Cigarreras.
La música urbana no es lo mío. Pero Arché, ganador (también) del año pasado, tiene, a día de hoy, más tablas que Loli K. Quizá la propuesta de ella era un poco más original, o diferente a lo que los clásicos entendemos por Rap, que es lo que con una serie de dilatadas rimas hace el rapero residente en Denia.
A ella le daría un consejo básico: no se puede abarcar todo y conviene dejarse ayudar, para que la base no suene saturada y la letra se entienda mejor. Para pintar un cuadro no hace falta utilizar todos los colores de la paleta. Pues en la música pasa algo parecido, si no defines «el tiro» no se sabe bien si quieres pintar una casa, un sentimiento triste o una noche de fiesta. O lo que es lo mismo: menos es más.
En la segunda parte del concurso es donde la subjetividad ha tenido que aparecer, porque las tres bandas tenían cosas interesantes. Pero había que elegir sólo una y no tenían demasiadas cosas en común.
Los Ibiza son, seguramente, la banda más hecha de las tres. Saben lo que hacen, por qué lo hacen y lo llevan a cabo bien. Penaliza que habiendo un premio por medio, no se presentara toda la banda. Pero debo reconocer que los tres miembros presentes derrocharon un talento sobresaliente, con mención especial al batería que ha honrado los ritmos saliéndose de la norma establecida. Ella canta maravillosamente bien y él, sin ayuda de nadie más, sería capaz de alegrar una velada.
Pero aunque la juventud es, también, «subjetiva», yo, personalmente, no entiendo este proyecto como emergente, o «joven». Lo que no quita para que me lo haya pasado bien viéndoles enchufados, esta vez, y con un sonido de calidad.
Extensores automáticos han ganado el concurso de la espectacularidad. Tienen un show divertido, que fomenta el pogo, el baile en modo ska y otras diversiones que bandas como El Diluvi, Auxili, Aspencat o Pura Mandanga han extendido por nuestra comunidad.
Si la puesta en escena hubiera sido lo juzgado, se hubieran llevado el certamen de calle por la aparición estelar, la colocación, la forma de implicar al público, el ondeo de bandera, los puños en alto, la estética… Pero aunque el dinero les hubiera venido genial, como a todos, y seguramente sean los que más conciertos (bien pagados) acaben dando de los tres participantes, me parece que el concurso tenía otros fines.
O así lo entiendo yo, al menos. Porque para mí un certamen de bandas de jóvenes, debe primar la propuesta, la frescura, la innovación y el margen de mejora. No todo el jurado estuvo de acuerdo en eso, Pero el espíritu de la subjetividad es intentar elegir algo que evoque un cambio, que huela a nuevo y que sea interesante. Por eso, ha sido una decisión complicada y nos ha costado tomarla.
El concierto de La 126 ha empezado algo frío y con algunos fallos, provocados seguramente por los nervios derivados de tener una relativa cantidad de familiares y amigas delante. Con apenas 20 años, estas cosas son normales. Y cuando se han calentado, todos esos miedos han quedado a un lado y han empezado a escupir influencias diversas. Ésto trata de impactar y de provocarte cosas. Rápidamente, nos han venido a la cabeza nombres como Dover, Belako… Y en la tercera canción el número de bocas abiertas se ha ido multiplicando. Sé que el buenismo ha acaparado demasiadas partes de las vidas de los post-adolescentes, quizá por eso, la rabia imperante ha sido la que, al menos, en mi caso, ha desnivelado la balanza. Eso y que me ha sonado puro. Huyendo de un mero medio para tener más adeptas, o conseguir más conciertos, o contentar a las masas. Igual me equivoco, pero me ha sonado como algo que les sale del alma, de sus influencias y de todo lo que, posiblemente, no han podido tocar en sus años de conservatorio.
No sé hasta dónde van a llegar, porque con esas edades, todo es muy frágil y cambiante. Pero creo que son las que mejor van a amortizar el premio. Espero que lo disfruten y lo reinviertan en mejorar la atmósfera de sus directos y en combinar mejor esa furia que hemos respirado, con letras un poco más maduras.
Dicho todo esto, y con la pena de que no haya habido más participantes, quiero cerrar esta «confesión» con una reflexión dedicada a los que han tocado y los que tienen un grupo en esta provincia: La cosa no va de ganar o de perder. Va de ir ideando un circuito en el que toda esta música tenga cabida. Las escénicas han abierto un camino asociativo, de la que músicos y otros artistas deberían tomar ejemplo.
Pero para eso, más allá de estilos, hace falta UNIDAD y entender que no solo las que tocan, son la música. Hay técnicos, periodistas, cámaras, fotógrafos, mánagers, gestores públicos y privados, marcas…. que, entre todos, conforman un ecosistema que, de la mano, debería ser la base del futuro musical de Alicante.
Por la calidad vista, Madrid, Barcelona o los festivales pueden ser un objetivo alcanzable, pero llegar a todo eso, requiere un camino que sólo se recorre tocando mucho. Bandas hay, salas hay, casas culturales o centros culturales, medios, también hay, y dinero (aunque la mayoría se malgaste)… pero falta unidad para convencer al mundo de que la música es una necesidad y que vivirla puede ser un hobbie para muchos, pero es una profesión posible si le damos la relevancia que merece. Sé que, a veces, uno ve este juego como una competición. Pero no. debería ser un principio más de la historia que algunos llevamos un tiempo escribiendo. Espero que vosotras lo hagáis un poco mejor que vuestros predecesores.
PD. Gracias a Paco por el agua. Y ojalá pronto, la inversión en sonido, se haga para crear un estudio público dónde sea fácil grabar, al menos, una maqueta, o ¿por qué no? para aderezar con una buena barra la Caja Negra 😉
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