Hay una disyuntiva entre los que ven la botella medio llena (un paso atrás para dar dos hacia adelante) y los que la ven medio vacía (el fin de una era). Unos y otros coincidirán en que tras el pacto de ayer, el IVC va a dejar de ser lo que ha sido en estos 8 años. Y a mí, que he vivido los frutos de la acción, me provoca enorme pena observar como es más que probable que la disolución de la idea, arrastre al precipicio a, al menos, dos personas, por las que tengo especial simpatía. No por mi relación laboral, sino por el cambio evidente que su presencia ha supuesto para la cultura de Alicante, en particular, y de la Comunidad Valenciana, en general.
Me refiero a Alicia Garijo y a Abel Guarinos. Garantes de la idea de que una cultura diferente y mejor, era posible y exponentes de que el talante y el criterio benefician ya no solo a la programación cultural, o a la gestión, que es por lo que fueron elegidos, sino a lo más importante, y menos visible, la educación o la creación de una necesidad que será lo que haga prevalecer, si no a ellos, sí al recuerdo de lo que aportaron.
No sé cómo va a enfocar Mazón el cambio. Viendo lo que ha hecho en la Diputación, dudo de que vaya a mejorar lo presente. Pero, por si sirve de algo, espero que quien venga, si viene, entienda que la destrucción del todo, no condenaría a las acepciones políticas que algunos se limitan a ver, sino al beneficio que muchos profesionales han reconocido en el crecimiento de sus proyectos personales y a lo que eso ha generado a la estructura creadora de Alicante.
Curiosamente, o no, el 90% de los proyectos exitosos de esta provincia cumplen 8, 10 o 15 años como mucho. Pocos están consolidados como para sobrevivir sin ayudas institucionales, así que el conocimiento de lo que hay es imprescindible para que esa cuerda floja en la que vivimos los empresarios, los actores y los periodistas culturales, no se rompa del todo.
El Arniches ha sido cuna de lo alternativo y ha contribuido al maceramiento de la Muestra de Teatro, del Abril en Danza, del MOVA, del Circarte, del Atiende Alicante y de otros muchos ciclos y festivales que ahora necesitan un empujón diferente, para formalizar sus respectivos contratos con el futuro turístico, comercial y laboral de quienes lo idearon o participaron en él.
A mi vieja intuición, la presentación de Fresca! le huele a despedida. Sea o no así, ya he vivido suficientes terremotos generados por políticos, y políticas, en esta provincia, como para saber que ésto ya no es una cuestión de nombres, sino de un proyecto común que no entiende de siglas, ni tiene que ver con las ideas que cada uno pueda tener cuando se baja del escenario.
Mi trabajo, creo, como el de los funcionarios y el resto de la gente que se queda, es preservar lo bueno que se hace cada 4 años y fomentar los lazos posibles entre el que llega y los que se van. Me consta que el punto de encuentro está ahí, en alguna mesa con sillas vacías esperando un momento adecuado para discutir qués, cuándos y porqués.
Por si acaso, anticipo la despedida, hoy que se firman acuerdos que no parecen buenos para la parte precaria de la cultura. Sin perder el optimismo, ni la perspectiva, ni el mayor patrimonio que tiene la cultura, que no es otro que las personas. La verdad, ya he visto esfumarse a tanta gente válida, que me resigno a aceptar que Abel y Alicia, al menos, lo intentarán. Espero que al otro lado, haya gente que llegue con ganas de seguir creando cosas sin romper todo lo que esta gente, y los que estaremos en medio, nos hemos currado.
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