- Día: 5 de abril del 2018
- Lugar: Aula de Cultura de Alicante
- Artistas: Vera Green + Iván Serrano
Crónica:
La admiración es un sentimiento vulgarizado por su internalización. Tendemos a idolatrar a gente que no conocemos mientras exigimos un sinfín de aptitudes ridículas (y exageradas) a personajes de nuestro entorno con más talento del que, seguramente, tengan muchos de esos ceporros ególatras a los que, posiblemente, nunca saludaremos.
Ser periodista tiene cosas malas, muy malas. Trabajamos mucho e ingresamos poco, pero tenemos algo bueno: la posibilidad de empatizar, la suerte de buscar nuestro propio camino, desvelando noticias, o hallando un titular donde otros solo ven normalidad.
Los últimos en saltar a la palestra del MFestival fueron Iván Serrano y Vera Green. Con el primero hace tiempo que perdí la objetividad. Quizá me sienta identificado con su causa: siempre trabajando en ser mejor, peleando por que sus versos se valoren como se merece, luchando para que el cantante pierda los complejos, por tocar mejor la guitarra, por convencer a más gente para que le escuche, o para que contribuyan a un crowfunding, o para que entiendan que Billy es una mandanga e Iván es un poeta… un dos en uno, un uno en dos… y entre medias, una parte de versiones, acentos raros y ganas de agradar que, a mí, personalmente, me gustan un poco menos.
Esta vez esa parte se quedó en el camerino. Colocó su libreto de poemas y canciones sobre el atril, se puso serio, miró a Kevin Mendes y se pusieron a hacer lo que mejor saben: tocar.
A Iván no le costó sacar su piel de camaleón para adaptar su repertorio al teatro, como otras veces lo ha hecho a la brisa de un chiringuito, o a un intimidador escenario de sala pequeña, o a un cabaret. Es el primero de los 8, que han tocado ya en este ciclo, que no se molestó en que los espectadores bailaran. Aprovechó la disyuntiva para hacerse escuchar, para venderse como mejor sabe: cantando, recitando, buscando la complicidad del público… Él es así, yo al principio pensaba que era un papel, pero no, él es una buena persona que canta, porque le gusta, que actúa porque hace que se sienta bien, y cuando él se siente bien, los que le escuchamos también nos sentimos bien.
Y como a estas alturas ya hay confianza para decirle a la cara lo que me gusta y lo que no, le diré que esta vez me emocionó más que nunca. Lo primero porque de tanto escucharle ya he interiorizado mi propia versión de lo que canta y lo segundo, porque me encanta cuando esa versión del circo (hecho vida), que tiene en la cabeza, emerge y florece en el lugar menos esperado (en este caso un aula de cultura). Y aunque dure solo 40 minutos, el acróbata encuentra el equilibrio con su guitarra, las fieras salen de sus jaulas y los payasos expresan con mímica y aplausos lo que no se puede decir de otra manera.
A todo esto, el hábito de ver música alicantina cada dos jueves parece haber cuajado. (Y me alegro)…
El descanso entre conciertos fue breve… tenía ganas de ver en directo las nuevas canciones de Vera Green. Alicante es cuna de grandes voces femeninas: Klau Gandía, Anita Antón, Anabel (de Mailers), Inés Saavedra, Luddie… y como no, Verónica Gómez.
El fondo del escenario se convirtió en una pantalla de cine y para no perder las buenas costumbres, el segundo concierto de la noche empezó con dos canciones del primer disco de Vera Green: «Blow My Soul» y ese «slow down» con reminiscencias del «About a girl» de Nirvana.
Y de ahí, al «Au cabaret«, o lo que es lo mismo: el nuevo «Bla Bla Blá». Me gusta ver los primeros conciertos de presentación de un nuevo Álbum, porque tienen esa mezcla de olor a nuevo, ruptura con las horas de ensayo y local de grabación y una búsqueda de aceptación, que convierte la frescura en calor. El quinteto multigeográfico puede estar tranquilo, porque ni han perdido el carácter festivo, ni el talento para hacer olvidar las oscuridades más profundas de nuestras monotonías particulares.
Esta vez no había un vermú que llevarse al gaznate, pero sí había nenes bailando como si un teatro no fuera un lugar solemne, o las butacas fueran menos cómodas de lo que parecen. Tocaron practicamente todas las canciones del disco, y, casi al final, Iván Serrano salió a sustituir los coros de Óscar Ferrer en «Blablablá» justo antes de que los bises (Burning y Unique Pill-le paradís), pusieran un broche final exquisito con abrazos, ovación cerrada y puerta abierta para seguir descubriendo, el 19 de abril, a otras dos bandas made in Alicante: Rosy Finch y Yosephine.
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