Autor: Antonio López.
Llevaba años intentando ver a Elefantes en concierto pero, a pesar de la infinidad de veces que han venido por la provincia, por unas razones o por otras, me había sido imposible. Por fin, el viernes pasado, me quité la espinita gracias al ciclo de conciertos Live the Roof.
Shuarma nos habló del amor, de Charlie Rivel, nos animaba a cantar, a palmear, y hasta negoció el repertorio con una personita que disfrutó el concierto desde el regazo de sus progenitores y que se sabía al dedillo todos los temas. Íntimo, intenso, emocionante, mágico… Todo lo que cuente es poco para lo que vivimos. Mi acompañante salió flotando de allí, y doy fe de que ese estado le duró varios días, por lo que, en esta ocasión, ha sido él el que se ha animado a contar su experiencia (gracias, Antonio!)
“Es una buena elección conjugar el cielo de Alicante desde Santa Bárbara, con el juego de colores añadido de la puesta de sol en una fresca noche de agosto, con la música en directo de una banda como Elefantes, y para un público en comunión perfecta con este ambiente selecto de apenas cien personas. Todo ello hacen de los conciertos de Live the Roof un éxito prácticamente asegurado, y éste no iba a ser menos.
Que en determinada cultura tengan al elefante como animal sagrado es un símil que musicalmente se puede llevar a la práctica con este cuarteto barcelonés.
Todo se resume en algo muy sencillo, como lo fue el concierto del pasado viernes 11 de agosto.
A poco que uno conozca el grupo, tras un concierto como éste, no duda en acabar venerando la figura de estos artistas, y en convertirse en fan. En ellos hay algo más que buenas canciones, porque también convive el alma y la luz de sus letras.
No hacen falta excesos, ni poses, ni grandes montajes para encandilar desde el primer acorde hasta el último. Únicamente se necesita lo que Elefantes aportaron en esta ocasión: entrega, sinceridad y un puñado de buenos temas. Si a ésto le añadimos la presencia de Shuarma, un cantante y compositor con una increíble capacidad de comunicar y desnudarse musicalmente, pues todo está perfecto.
Justo con llegada del atardecer, como algo místico, arrancaron los acordes de “Lo más pequeño”, y desde allí, recorriendo su último álbum que habla del amor en mayúsculas, fueron viajando por temas que han marcado su carrera, como “Duele”, “Yo no lo sabía”, “Al olvido”, y dejando para el final los “Azul”, “Piedad” o su particular homenaje a los compositores que “nos hicieron músicos” como José Luis Perales y su “Te quiero”.
Con una experiencia así se le quita importancia a la subida de la cuesta de Santa Bárbara a las ocho de una tarde de agosto. La vuelta es menos costosa, por que ya no hay esfuerzo cuesta abajo, y porque se vuelve con una sonrisa de elefante.”
Para terminar, el vídeo de Victoria Lourdes:
Mamen Espinosa dice
Muchísimas gracias por el artículo, Antonio. Has sabido captar y transmitir la esencia de ese momento sagrado. Vendrán muchos más… ?